Una vez más la zona conocida como «La Frontera», en Pinamar, se convirtió en escenario de un accidente que de milagro no terminó en una tragedia. La imprudencia de al menos tres conductores que corrían una picada a bordo de camionetas 4×4 casi le costó la vida a otro joven que circulaba en una moto en sentido contrario y fue embestido por una de ellas. El motociclista sufrió diversas fracturas y se encuentra internado en el hospital municipal, mientras que el otro conductor, oriundo de La Plata, quedó detenido.
El dramático suceso quedó grabado en la cámara del teléfono celular de un testigo que se encontraba en el lugar y las imágenes ahora serán claves para la investigación.
Todo ocurrió al caer la tarde del viernes y en uno de los sectores que los lugareños reconocen por como «ollas», grandes pozos rodeados de altas cumbres de arena. Hasta estos lugares suele acercarse muchas personas y son usuales los videos en los que pueden verse temerarias maniobras realizadas con motos, camionetas, cuatriciclos y UTVs. En las últimas horas una de ellas estuvo a punto de terminar de la peor manera.
Las imágenes que se conocieron a través de las redes sociales muestran a una Volkswagen Amarok de color negro conducida por el platense Rubén Comes, de 49 años, circular a toda velocidad en medio de una picada con otras dos camionetas e impactar de lleno contra una moto Yamaha de color azul en la que viajaba Gonzalo Rodríguez y quien salió despedido en el aire tras el impacto. El joven resultó sufrió una fractura de clavícula y de húmero derecho, entre otras heridas; fue trasladado de urgencia al hospital municipal y permanece internado en el lugar. Comes, en tanto, fue aprehendido y trasladado a una celda de la comisaría Primera de Pinamar.
«No lo mató de casualidad», dijo el secretario de Seguridad local, Lucas Ventoso, tras lo ocurrido. En diálogo con Infobae, el funcionario repudió «la imprudencia y el manejo criminal en lugares privados y prohibidos».
«La Frontera» limita con el Partido de la Costa y se extiende a lo largo de más de siete kilómetros. Se trata de lugar de médanos con pocos paradores, donde suelen repetirse incidentes y donde el control público es limitado, ya que parte de la zona donde circulan los rodados es propiedad privada, lugares a los que el Estado no puede llegar.
Los conductores solo tienen permitido circular por los carriles o corredores seguros, áreas delimitadas por postes de madera de alrededor de un metro sobre la superficie y donde no se corre peligro, pero pocos respetan esos límites y suelen repetirse así acciones ilegales que escapan del control de las autoridades.
