Un parásito es un organismo que obtiene su nutrición de otro organismo, el huésped, en detrimento de ese organismo. Los parásitos necesitan un huésped para crecer y multiplicarse, y esta relación suele causar daño al organismo huésped.

No se puede decir de otra manera: los parásitos no tienen piedra con sus víctimas. Sus estrategias de conquista son dignas de mención; desde introducirse y devorar al huésped desde el interior del anfitrión, otros reemplazan la lengua de la víctima con su propio cuerpo, otros causan ceguera, algunos conquistan el cerebro de su anfitrión controlando sus movimientos y modificando su conducta de forma suicida, incluso hay parásitos que pueden desencadenar parálisis facial…

No hay que desdeñar su efecto en la naturaleza. Los parásitos impactan drásticamente en nuestro mundo en más de una forma, afectando a las poblaciones de acogida e incluso a la biodiversidad de un área. También afectan a cientos de millones de personas en todo el mundo cada año, devastando comunidades en varios continentes.

Aunque es uno de los “estilos de vida” más comunes en la Tierra (los científicos estiman que se encuentran en un promedio de 60:40 en la naturaleza), los parásitos son inevitables. Para los humanos, existen al menos 100 de ellos que son específicos para seres humanos. Tienen el calificativo de aterradores porque suelen ser pequeños y la mayoría no se da cuenta de que un parásito le ha infectado hasta que es demasiado tarde.

También pueden transmitir enfermedades. Es más, muchas de las principales enfermedades que asolan las zonas tropicales de todo el mundo son el resultado de infecciones parasitarias. Uno de los parásitos más comunes, la malaria, mata entre 1,5 y 2,7 ​​millones de personas cada año, y se espera que este número aumente a medida que el planeta se calienta, creando nuevos caldos de cultivo para el portador del parásito, el mosquito Anopheles.

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Y como sabemos no solo afectan a los humanos. Los parásitos también infectan a otros animales, insectos y plantas. Y sí, existe una buena posibilidad de que haya sido infectado por un parásito en algún momento.

Los encontramos de distinto tamaño: desde diminutos organismos unicelulares hasta gusanos visibles para el ojo humano. Los repasamos.

 

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