Es la primera especie de su género que se observa alimentándose de las lágrimas de una lagartija. El fotógrafo madrileño Javier Aznar González de Rueda observó y fotografió a un anolis delgado (Anolis fuscoauratus), una especie de pequeña lagartija, que dormía plácidamente en una rama de un árbol localizado en la Amazonía ecuatoriana; pero sobre su lagrimal se encontraba una cucaracha rojiza que permanecía aparentemente inmóvil. La cucaracha estaba ingiriendo las lágrimas del anolis, lo que se conoce como lacrifagia y que, por lo general, es un comportamiento que está asociado a polillas o mariposas que llevan a cabo esta acción para completar su dieta con sales y otro tipo de nutrientes.

Ahora, se ha publicado un estudio en el que los científicos revelan que las cucarachas, insectos bastantes abundantes y comunes, tienen una dieta bastante más enriquecida de lo que se creía anteriormente. Y no necesitan probóscide para ello.

Según los expertos, este comportamiento que ha sorprendido a los científicos por igual, podría acarrear un efecto colateral negativo para los reptiles, ya que podrían transferirles virus o bacterias mientras las cucarachas se alimentan de las lágrimas de estas criaturas.

“Nuestro trabajo aporta nuevos conocimientos sobre la historia natural de las cucarachas”, señala el experto, del departamento de Biogeografía y Cambio Global del MNCN a la agencia SINC.

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