Si pensamos en una hiena, lo común será imaginarla en un ambiente seco en plena sabana asiática o, más famosas aún, las que habitan el continente africano. Además, el cine de animación ha introducido en el imaginario colectivo una caracterización de estos animales como si siempre se estuvieran riendo, debido a la disposición de su hocico, que parece una mueca en forma de sonrisa, y al sonido que emiten, que nos recuerda una risa en tono burlón. Sin embargo, no creemos que a nadie se le pase por la cabeza imaginar a una hiena en mitad de un paisaje nevado. En cambio, un estudio científico coloca a antiguos parientes de las hienas en el Ártico. 

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