Cuestión de perspectiva

Durante décadas, muchos paleontólogos se han dedicado a establecer la velocidad a la que pudo correr T. rex analizando solo una parte de su esqueleto. Es decir, uno comparaba las largas extremidades del dinosaurio con las de un avestruz y pensaba que podía ser un animal veloz. Otro se fijaba solo en la cadera y opinaba que le impediría correr mucho. Una de las ideas más extendidas acerca de la carrera de Tyrannosaurus rex tenía a este animal por un dinosaurio veloz, pero en distancias cortas. Esta incapacidad para mantener su carrera pudo ser la teoría seguida por los guionistas de “Parque Jurásico” para que la persecución del Jeep terminara rápido con el dinosaurio simplemente deteniendo su acoso.

En cualquier caso, los métodos de investigación utilizados anteriormente han sido superados gracias a la tecnología aplicada a la ciencia. Los modelos biomecánicos permiten interpretar el movimiento de T. rex teniendo en cuenta multitud de factores como su peso, el tamaño de los huesos, el movimiento de sus extremidades, etc. Según John Hutchinson, experto en biomecánica evolutiva en el Royal Veterinary College en Londres:

“Necesitas unir todas las partes para obtener una imagen completa. Mirando solamente la morfología no consigues nada”.

Andaban a la misa velocidad que los humanos

Con esta nueva perspectiva se ha podido determinar a qué velocidad solían desplazarse los tiranosaurios. Según un estudio de 2021 publicado en la revista “The Royal Society”, la velocidad común de Tyrannosaurus rex era de unos 5 kilómetros por hora, la velocidad media a la que andamos los humanos. Teniendo en cuenta que un T. rex adulto medía alrededor de 12 metros de longitud, 4 de altura y pesaba entre 6 y 9 toneladas, no parece una cifra muy espectacular.

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Este nuevo método de investigación supone un gran avance, aunque corre el riesgo de caer en el mismo error que los paleontólogos anteriores, poniendo el punto de mira excesivamente en una única parte del cuerpo, en este caso la cola. Según Pasha van Bijlert, autor principal del estudio:

«Las colas de los dinosaurios eran vitales para saber la forma en que se movían. No solo servían como contrapeso, la cola también producía mucha de la fuerza necesaria para mover el cuerpo hacia adelante a través de dos músculos grandes: los caudofemorales, que tiran de las piernas hacia atrás durante cada paso».

Hasta ahora no se había tenido muy en cuenta el papel de la cola en los andares de Tyrannosaurus rex. Sin embargo, esta extremidad supone la mitad de la longitud del dinosaurio y podía pesar una tonelada. Por tanto, debió tener un peso importante en los desplazamientos de este depredador carnívoro (nunca mejor dicho).

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