Una de las enfermeras empezó a dar tumbos, y por suerte la pudieron sujetar antes de que se desplomara. La médico residente salió del box de urgencias, se sentó en la mesa de las enfermeras y antes de poder decir nada, se fue al suelo. Otra enfermera empezó a tener problemas para respirar y una más se desmayó; al despertar no podía controlar ni sus brazos ni sus piernas. Una médico gritó “¡Cierren las puertas, que no se acerque nadie!” justo en el momento en el que una colega suya también se desplomaba. Unos minutos después otro nueve sanitarios comenzaron a decir que se sentían mareados. Algo raro estaba pasando y se ordenó evacuar a todos los enfermos fuera al aparcamiento del hospital.

Mientras, el poco equipo que quedaba en pie trataba de salvar la vida de la mujer. A las nueve menos diez, después de 45 minutos de reanimación cardiopulmonar se certificó su muerte por insuficiencia renal relacionada con su cáncer. El nombre de la mujer era Gloria Ramírez. Entre el personal sanitario, 23 de los 37 que se encontraban aquella noche en emergencias presentaron al menos un síntoma y 5 tuvieron que ser hospitalizados. La más grave fue la médico residente, Julie Gorchynski, que pasó dos semanas en cuidados intensivos, donde además de apnea sufrió hepatitis, pancreatitis y necrosis avascular, que aparece cuando el tejido óseo no recibe suficiente sangre. En su caso le atacó a las rodillas y tuvo que usar muletas durante varios meses.

A las 11 de la noche llegó al hospital un equipo HazMat con trajes de protección, que se puso a buscar por todos lados algún tipo de gas tóxico: no encontró ninguno. Eso eran malas noticias para el equipo forense. Le esperaba un trabajo duro pues todo apuntaba a que Gloria había sido la responsable, pero no tenían ni idea de porqué.

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Así se desencadenó una de las investigaciones más extensas en la historia forense: hasta diez equipos de investigación hubo sobre el terreno. Uno de ellos fue el Centro de Ciencias Forenses del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, al que Oficina del Forense de Riverside pidió formalmente ayuda el 25 de marzo. El plan era sencillo: analizarlo todo.

Su conclusión fue que Gloria había estado frotándose el cuerpo con gel de dimetilsulfóxido (DMSO), una sustancia que se obtiene como subproducto cuando se procesa la madera para fabricar pulpa de celulosa y que por entonces se usaba como remedio casero para el dolor -quienes lo usan dicen que tiene cierto olor a ajo-. Al suministrarle oxígeno éste se combinó con el DMSO que había absorbido su organismo y se convirtió en dimetilsulfona, para luego pasar a dimetilsulfato, un potente agente tóxico. ¿Entonces por qué no murió Gloria, si lo llevaba en la sangre? Porque a la temperatura del cuerpo humano el dimetilsulfato no es estable y desaparece. Al sacarle sangre, con la temperatura que había en emergencias (alrededor de 18 grados), se frenó la descomposición del dimetilsulfato, parte de él se vaporizó e intoxicó a los médicos. Se sabe que aunque el dimetilsulfato hierve a 188 ºC, puede alcanzar una concentración letal en el aire por evaporación a tan solo 20 ºC.

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