A este ejemplar, aunque compuesto de varios individuos, se le apodó Dippy, y se hizo muy famoso. Andrew Carnegie estaba tan contento con este hallazgo, y supongo que también con el hecho de que el dinosaurio llevara su nombre, que accedió a la petición del rey Eduardo VII de Inglaterra y pagó la realización de réplicas del esqueleto, que se montó en el Museo de Historia Natural de Londres, donde permaneció durante décadas, hasta que recientemente se desmontó y reemplazó por un esqueleto de ballena para montar una exposición itinerante sobre Dippy. Esta donación alentó otras peticiones, y Carnegie las regaló a varios países europeos y americanos, donde se instalaron en sus principales museos. Es por eso por lo que gran cantidad de museos tienen una copia de Dippy, como el Museum für Nasturkunde de Berlin, el Muséum National d’Histoire Naturelle de Paris, el Museo de La Plata en Buenos Aires, o el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid, entre otros. Estas donaciones de Carnegie hicieron de Diplodocus un dinosaurio muy popular, e hicieron posible, por primera vez, que personas de todo el mundo vieran de cerca un dinosaurio. También sentaron el precedente de la producción de réplicas de fósiles y esqueleto como negocio, algo que hoy en día es más habitual y que constituye, al menos en parte, la fuente de financiación de muchos museos e instituciones.

Como paleontólogo con proyectos en mente y falta de financiación, me planteo constantemente ¿dónde estarán los Hammond o Carnegie en la actualidad? Y seguro que muchos compañeros y compañeras piensan del mismo modo.

 

Referencias:

Pérez-García, A; Sánchez-Chillón, B. 2009. Historia de Diplodocus carnegii del MNCN: primer esqueleto de dinosaurio montado en la Península Ibérica. Spanish Journal of Palaeontology, 24-2: 133-148.

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Sanz, J.L. 2007. Cazadores de dragones: Historia de los paleontólogos que descubrieron y estudiaron los dinosaurios. Ed. Ariel.

Gascó, F. 2021. Eso no estaba en mi libro de historia de los dinosaurios. Guadalmazan.

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