Los hongos que se nutren de materia vegetal muerta mantienen sus hifas debajo del suelo, en el bosque, donde la caída de la hoja sucede cada año, y por tanto, tienen garantizado su alimento. Sin embargo, los hongos coprófilos dependen de las costumbres de los herbívoros, en cuyas heces se desarrollan, y que suelen ser imprevisibles. No pueden, por lo tanto, permitirse el lujo de esperar bajo el suelo a que algún animal deposite cerca sus heces para poder alimentarse.

Para su mantenimiento, el hongo coprófilo ha desarrollado un sistema que les permite colonizar rápidamente las heces de los animales, sin dañarlos. Su presencia está íntimamente asociada a la distribución de herbívoros, como ciervos, jabalíes, conejos, cabras, o ganado como vacas, caballos y ovejas. Y no es por casualidad.

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