Por primera vez en la historia de la astronomía, los científicos han conseguido fotografiar directamente un fenómeno de formación estelar en la Nebulosa de la Serpiente, gracias a la cámara de infrarrojo cercano (NIRCam) del Telescopio Espacial James Webb de la NASA.
El Telescopio Espacial James Webb, que lleva el nombre de James E. Webb, administrador de la NASA durante la era Apolo, es un proyecto conjunto de la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA) y nació con el objetivo de observar el universo en longitudes de onda infrarrojas para remontarnos a los albores del universo. Desde su lanzamiento, el 25 de diciembre de 2021, no ha parado de dar alegrías a los astrónomos y mucho material nuevo con el que trabajar e investigar a la par que nos ha ofrecido una miríada de imágenes espectaculares del cosmos como nunca antes habíamos visto.
Esta imagen marca sólo el comienzo del esfuerzo científico del equipo
Otra imagen extraordinaria
Ahora, en otro alarde de poder infrarrojo, el James Webb ha revelado un descubrimiento en la zona norte de esta joven y cercana región de formación estelar como es la nebulosa de la Serpiente (también conocida como Barnard 72), que está ubicada a a unos 1.300 años luz de distancia en la constelación de Serpens, o la «Serpiente», llamada así por su parecido con una serpiente a la luz visible.
«Esta área de la Nebulosa Serpens – Serpens Norte – sólo se ve claramente con Webb. Webb es una joven máquina de búsqueda de objetos estelares. En este campo, recogemos señales de cada estrella joven, hasta las estrellas de menor masa», aclaró el autor principal del estudio, Joel Green, del Instituto Científico del Telescopio Espacial en Baltimore.
Lo llamativo del anuncio de la nueva imagen captada por el Webb es que hemos visto algo sobre lo que se había teorizado durante mucho tiempo pero que jamás habíamos podido ver: unos eflujos protoestelares (chorros de gas) que brotan directamente desde estrellas recién nacidas. Es decir, estos eflujos protoestelares se forman cuando el gas y polvo cósmico circundante choca a gran velocidad con los chorros de gas que arrojan las estrellas infantes. Jamás habíamos visto nada parecido y el Webb lo ha hecho posible gracias a que es el telescopio espacial más grande y poderoso de la historia. Además, en las imágenes se observa que estos flujos protoestelares están inclinados en la misma dirección como si de una tormenta de aguanieve se tratara.
«Los campos magnéticos giratorios en el disco interior lanzan parte del material en chorros gemelos que se disparan hacia afuera en direcciones opuestas, perpendiculares al disco de material. En la imagen de Webb, estos chorros se identifican por rayas grumosas de color rojo brillante, que son ondas de choque causadas cuando el chorro golpea el gas y el polvo circundantes», explican los responsables del Webb en un comunicado de prensa de la NASA.
Algunas áreas muestran polvo frente a la luz estelar rerflejada, que aparece como un tono naranja difuso
Hipótesis confirmada
Esta alineación de los chorros bipolares de las estrellas recién nacidas confirma las teorías de formación de estrellas. Así, lo que antes parecían manchas borrosas en anteriores imágenes espaciales, ahora se ven como nítidos flujos de salida están alineados, lo que sugiere que hemos atrapado esta región en un momento único de su historia y acabamos de cerrar un capítulo más de cómo es el complejo proceso de nacimiento de una estrella.
«Los astrónomos han asumido durante mucho tiempo que a medida que las nubes colapsan para formar estrellas, estas tenderán a girar en la misma dirección», explicó Klaus Pontoppidan del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California. “Sin embargo, esto no se había visto antes tan directamente. Estas estructuras alargadas y alineadas son un registro histórico de la forma fundamental en que nacen las estrellas”.
La nebulosa -de reflexión- es bastante joven, astronómicamente hablando, ya que solo tiene uno o dos millones de años, por lo que algunas de las estrellas que ya alberga en el cómo irán creciendo hasta alcanzar la masa de nuestro Sol. Decimos que es una nebulosa de reflexión porque realmente es una nube de gas y polvo que no crea su propia luz, sino que brilla reflejando la luz de las estrellas cercanas o que se encuentran dentro de la nebulosa.
El objeto tiene entre 1 y 2 millones de años
Lo siguiente será emplear el espectrógrafo de infrarrojo cercano (NIRSpec) de James Webb para analizar la composición química de esta serie de nubes oscuras de absorción compuestas por gas molecular y polvo interestelar con el objetivo de dilucidar de qué forma las sustancias químicas volátiles, que se subliman a temperaturas relativamente bajas, son capaces de sobrevivir a la formación de estrellas y planetas.
«Observar la abundancia de estos compuestos críticos en las protoestrellas justo antes de que se formen sus discos protoplanetarios podría ayudarnos a comprender cuán únicas fueron las circunstancias cuando se formó nuestro propio sistema solar«, puntualiza Pontoppidan.
Referencias:
- Study: Joel D. Green et al, Why are (almost) all the protostellar outflows aligned in Serpens Main? (2024) Astrophysical Journal