El espejismo de ser libre

Muchos científicos piensan que el libre albedrío no es más que un espejismo creado por el cerebro. Mark Hallett, del National Institute of Neurological Disorders and Stroke, dice: “El libre albedrío existe, pero es una percepción, no una fuerza rectora. La gente experimenta el libre albedrío. Creen que son libres. Pero cuanto más escudriñas, más te da cuenta de que no lo tenemos”. A los investigadores como Wegner no les interesa decidir si existe o no, sino por qué creemos que lo tenemos. Sus experimentos le indican que nuestro cerebro está programado para creer que si pensamos en algo, ese algo va a suceder; nos hace creer que controlamos nuestras acciones. Para ilustrar este punto veamos qué sucedió cuando Wegner llevó al laboratorio un número clásico de los cómicos. Una persona, delante de un espejo, viste un traje, pero son los brazos de otra persona situada detrás los que pasan por las mangas. Lo curioso es que si lleva puestos unos cascos que le dicen un momento antes cómo se van a mover los brazos, aparece una sensación de control sobre ellos. El cerebro, automáticamente, asumía que controlaba esos brazos.

¿A qué conclusión nos llevan todos estos trabajos? Que no hay manera de distinguir cuándo nuestras acciones responden a nuestros deseos (por ejemplo, estirar la mano para coger una galleta) de aquellas en las que se trata de una ilusión. Si nuestro cerebro es incapaz de diferenciar ambas, ¿cómo podemos estar seguros de que existe el libre albedrío? Y lo más importante, ¿es siempre esta sensación de control una quimera? No lo sabemos. Wegner compara la elección consciente con un mago realizando su espectáculo. Aparentemente, los efectos que realiza el ilusionista son causados por el movimiento que percibimos de sus manos, pero no es así. Hay algo más que no vemos y esa es la verdadera causa. La moraleja es que decidir hacer algo de manera consciente no tiene por qué ser la causa de que lo hagamos.

Mirá También:  El enigma de Harry Houdini

Por supuesto, estos resultados no sirven para justificar nuestra conducta: como no existe el libre albedrío no soy responsable de lo que hago. El problema fundamental con esto se encuentra, como apunta el psicólogo Steven Pinker, en que acabamos confundiendo explicación con exculpación. ¿Sabe que es lo más curioso? Sea el libre albedrío una ilusión o no lo sea, todo seguiría como hasta ahora.

Referencias:

Libet, B., Freeman, A. y Sutherland, J. K. B. (1999) The volitional brain: Towards a neuroscience of free will. Imprint Academic

Wegner, D. M. (1989). White bears and other unwanted thoughts: Suppression, obsession, and the psychology of mental control. Viking Ed

Deja un comentario

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *