Durante casi 100 años, los científicos no han sabido por qué la evolución favoreció estos interiores más intrincados. Ahora un nuevo análisis del registro fósil sugiere que un sistema vascular más moderno sería más resistente a la sequía.

La falta de agua, concluyen los autores, podría ser lo que primero dio forma al interior de las plantas.

Las primeras plantas que existieron en la Tierra eran formas pequeñas y con poca complejidad, parecidas al musgo. No tenían sistemas de raíces, lo que lleva a pensar que se encontraban solo en zonas con abundante cantidad de agua.

Conforme las plantas se fueron adentrando en zonas más áridas, tuvieron que desarrollar nuevas formas de captar el agua, la luz solar y los nutrientes, además de protegerse de la evaporación y la deshidratación. Fue en ese momento cuando las ramas y las raíces se hicieron útiles. Sin embargo, estas estructuras también plantearon nuevos retos.

Durante la sequía, las plantas pueden secarse fácilmente, creando una burbuja de vapor, algo similar a una embolia, que bloquea el flujo de agua a través de las raíces. En un sistema vascular simple y primitivo, una burbuja de aire en el interior de una planta puede extenderse fácilmente a otros canales o «pajitas», creando un bloqueo en la entrada de más agua y nutrientes. El resultado puede desencadenar la muerte del tejido, e incluso podría matar a toda la planta.

Al modelar los diversos sistemas vasculares de algunas plantas modernas y extintas conservadas en el registro fósil, los investigadores han demostrado que un patrón vascular más elaborado puede acordonar las burbujas de aire, evitando que se extienda a otras partes de la planta.

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