¿Mensajes de ultratumba?

Se llamaba Arthur Ford. El 8 de febrero de 1928, en el Carnegie Hall de Nueva York, recibió un mensaje de la madre de Houdini: perdón. Ésa era la palabra que Houdini esperó toda su vida. Y hubiera sido toda una prueba si realmente sólo la hubiesen conocido Houdini, su madre y su mujer. Pero la habían publicado el 13 de marzo de 1927 en el periódico Brooklyn Eagle, en una entrevista realizada a la mujer de Houdini.

Arthur Ford no se amilanó y continuó sus contactos con la familia Houdini. Ahora le tocó el turno al mago, que le envió el siguiente mensaje: «Rosabelle, responder, decir, rezar, responder, mirar, mirar, decir, responder, responder, decir». Bessie reconoció el mensaje como parte del código secreto que había pactado con su marido.

La sensacional historia apareció en todos los periódicos de Estados Unidos. El código secreto consistía en que cada palabra, excepto Rosabelle, representaba un número, y ese número la posición de una letra en el alfabeto. El mensaje enviado por Houdini era: «Rosabelle, cree». ¿Había llegado la prueba definitiva? No. Otra vez el código secreto no era tan secreto. Quien hubiese leído la página 105 del libro de Harold Kellock Houdini, Su Vida-Historia, también lo conocía. Y Arthur Ford lo había leído.

Desde su muerte, Houdini no ha logrado salir triunfante de éste último acto de escapismo. Quizá porque, como dijo en cierta ocasión, «cualquiera puede hablar con los muertos, pero ellos no contestan».

Referencia:

Brandon, R. (2003) The life and many deaths of Harry Houdini, Random House

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