Dicen que el bosque de la realidad es más frondoso que el de la ficción, y la historia de Andy Clar es ejemplo de ello. Desde hace años, la creadora de la marca Chicas en New York (que nuclea programas, podcast, libros y un e-commerce) reconoce tener puesto “un casette” para relatar el accidente que marcó su vida y en el que se vio obligada a profundizar para su biografía: Bailar acostada.

“Para el libro tuve que investigar en mí misma, fue una especie de terapia intensa, había cosas que no recordaba. Cuando me preguntaban mi historia ponía play y decía lo que tenía armado. Pero para escribir tuve que volver a conectar con eso, no fue fácil. Escribía dos o tres horas y quedaba agotaba, no podía escribir más por una semana. En el libro no hablo sólo del accidente, hablo de muchas situaciones de mi vida que están relacionadas con la mujer que soy. Quise hacer el ejercicio de ir hacia atrás y decir ‘me pasó esto en este momento, qué relación tiene con mi vida de hoy, qué hice yo con eso’”, cuenta Andy en diálogo con VOS.

A los 23 años, Andy fue atropellada por un colectivo y este accidente la dejó postrada un año. Varias operaciones y meses después, y contra todo pronóstico, ella volvió a ponerse de pie dispuesta a cumplir con la promesa que le hizo a su madre mientras yacía en la cama: recorrer el mundo caminando.

Sus primeros trabajos después del accidente fueron aquellos que entre los requisitos pedían personal “con disponibilidad para viajar”. Ante la falta de presupuesto sintió que viajar, al menos por trabajo, era una forma de comenzar a cumplir con su promesa. Luego, cuando cobró la indemnización laboral del accidente, viajó a Nueva York y esa visita fue, sin premeditarlo, el disparador de su éxito actual.

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“Me enamoré de la ciudad y empecé a escribir sobre Nueva York como un hobbie para mis amigos. Eran momentos donde no había redes sociales, contabas algo que no figuraba en una guía turística y todos decían ‘wow’. Se fue corriendo la bola y de repente me escribían amigos de amigos, gente que no conocía, para pedirme consejos para viajar a Nueva York. Ahí empecé con un blog, eso fue un boom y desde entonces todo empezó a crecer”, recuerda.

Entre sus distintos perfiles de Intagram reúne más de 450.000 seguidores, pero Andy no se lleva bien con el título de “influencer”. “Nunca me gustó demasiado esta palabra, quizás porque está un poco bastardeada, cargada de frivolidad. Obvio que caí en el término porque tiene que ver con un estilo de comunicar y una época, pero siento que soy una mujer que vive la vida como puede, y va probando. Si comparto algo privado es sobre mis dolencias, por si puede ayudar a alguien más, pero no muestro mi día a día”, se diferencia.

– Pasaron muchos años hasta que te decidiste escribir tu historia. ¿Por qué ahora?

– Cuando tuve el accidente empecé a escribir pensando en que quizás alguna vez haría un libro, pero nunca imaginé que iba a ser real. De hecho, parte de lo que escribo está basado en esos apuntes que encontré. Hace unos años la editorial me dijo que les encantaría que cuente mi historia, pero me negué. No me animaba, sentía que necesitaba más tiempo. Después de la pandemia, y de haberme tenido que operar dos veces más de la columna, dije ‘bueno, llegó el momento’. Y también me impulsó lo que pasaba en redes con mis lectoras.

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“Cuando empecé a contar lo que me pasaba la respuesta siempre era ‘gracias por compartir, a mí me pasa tal cosa’, veía que de alguna manera las inspiraba a que siguieran adelante. En definitiva, a todos nos pasan cosas parecidas y tenemos vivencias que en algún punto se tocan. Más allá del accidente, el resto de las cosas que cuento tienen que ver con la vida, el amor, la amistad, el sexo, la familia, de las cosas que nos pesan, de los miedos, las inseguridades, temas que nos atraviesan a todos. Todos tenemos algo que nos aprieta en el zapato y quizás mi historia, sin hacer una bajada de nada, pueda servirle a otras personas para ver lo que les pasa desde un punto de vista más esperanzador”.

“Si esa esperanza atraviesa las páginas y llega a otros, ya está. No me importa el éxito del libro. Nunca escribo pensando en el éxito desde el ego del escritor, esta biografía fue una catarsis, una conexión muy loca conmigo. Me gusta compartir experiencias”, reconoce.

El poder de saber “Bailar acostada”

“Incluso cuando estaba internada sin saber qué me iba a pasar, usando pañales, sondas y sin poder caminar, nunca perdí la alegría. Sentía que tenía que estar agradecida por estar viva y tener amigas y familia que me acompañaban incondicionalmente. Sentí que esa era la manera en la que tenía que transitar ese momento y creo que fue lo que me ayudó a que después pudiera volver a caminar. La alegría y el optimismo son sanadores”, explica la escritora sobre el título del libro.

“Es muy difícil no echarle la culpa a las situaciones o a la gente que te rodea en ese momento. Pero decidí no hacerlo. Mi vida es un volver a empezar constante, me gusta la mujer que soy hoy, me siento cómoda”, reconoce.

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Bailar acostada. De Andy Clar. Editorial Planeta. 168 páginas. $1990.

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