Durante las horas blancas en que la noche va hacia la mañana, en los huecos de conciencia alterada que suele cavar el insomnio, Majo Arrigoni encontró el tiempo para pintar a sus “Desveladas”.

Una serie de retratos hacen un tejido entre varios planos de sentido: las mujeres, la amistad, los libros, el encierro pandémico, los desvelos personales y los que hacen nido en otras vidas.

La fotógrafa y artista visual cordobesa, quien se reencontró con la pintura en 2015, mostró en 2018 la serie “El amor era otra cosa”, retratos de mujeres que realizó atravesada por un momento personal (su primer embarazo y la maternidad) e interpelada por las luchas feministas.

En “Desveladas”, la muestra que se exhibe en la galería de arte Abre (Independencia 828), vuelve a hacer foco en las mujeres, en este caso un puñado de amigas que son a su vez colegas, artistas, camaradas de vida.

Retrato de Josefina Fiore que se exhibe en la muestra "Desveladas".
Retrato de Josefina Fiore que se exhibe en la muestra «Desveladas».

Mujeres ensimismadas. Con la mirada buscando algo adentro, sosteniendo ese diálogo interno que propicia la lectura. Despertadas por una línea de escritura que reverbera en secreto. Levantando la vista para darse tiempo y elaborar lo que se acaba de leer. “Desveladas” es, entre otras cosas, un ensayo visual sobre los mundos interiores.

Artista nocturna

Las mujeres mimadas al detalle por la pincelada minuciosa y cada vez más sensual de Majo Arrigoni son Mariana Guagliano, Sofía Sartori, Cecilia Cordi, Carolina Bognar y Josefina Fiore (esta obra quedó seleccionada para la pasada edición del premio Fortabat). En las pinturas al óleo, en la mayoría de los casos, las amigas de la artista son retratadas con un libro que eligieron para posar.

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Retrato de Cecilia Cordi, junto a los "Diarios" de Alejandra Pizarnik.
Retrato de Cecilia Cordi, junto a los «Diarios» de Alejandra Pizarnik.

Cuenta: “A este proyecto lo empecé a trabajar en pandemia, a principios del año pasado. Había sido madre por segunda vez en abril de 2020, en pleno aislamiento. En ese contexto de encierro, sin ayuda, tuve que acomodar mi rutina de trabajo para poder pintar de noche. Así pinté toda la obra, entre las 10 de la noche y la madrugada. Me habitué a prepararme el mate o el café, y también tenía que obligarme a irme a dormir, porque me desvelaba, me pasaba de vueltas. Me sucedía que quería mejorar una sombra o un detalle de una mano, pensando que eran unas pinceladas y que en cinco minutos lo hacía, y cuando volvía a mirar la hora eran las tres de la mañana”.

“El título de la muestra también tiene que ver con un contexto de desvelo general que provocó la pandemia, que nos quitó el sueño a todos”, señala la artista.

“Desveladas” sigue una línea de trabajo similar a la desarrollada en una serie anterior, aunque le da una vuelta de tuerca. “Ya venía retratando a artistas mujeres en la Serie Rosa, con la idea de visibilizarlas –describe Majo–. No quería correrme del todo de esa línea, tengo este vicio de la fotografía documental que arrastro de mi época de fotógrafa, me interesa algo de lo testimonial. Entonces decidí ‘abrir el cuadro’ y dejé que entren más elementos: el cuerpo, las manos, la indumentaria”.

“Hay también algo más desprejuiciado con relación a mis propios prejuicios –precisa la artista–. Antes buscaba que los retratos estuvieran más vinculados a la identidad, iba más que nada a los rostros, y buscaba evitar esa cosa como medio fashion de mi pintura. En esta serie, en cambio, me dije: sí me interesa la ropa, la moda me parece importante, es un dato fundamental de una época. Y entraron las vestimentas, los accesorios, todo lo que yo antes trataba de sacar de mi pintura”.

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Otro dato clave tiene que ver con la alusión al momento de encierro que aparece en las pinturas: “Con amigas y colegas nos pasábamos libros todo el tiempo. Libros feministas o escritos por mujeres. Me dieron ganas entonces de retratar a mujeres leyendo mujeres”.

“Creo que en contexto de pandemia y aislamiento, la lectura fue la posibilidad de libertad, de viaje, de expansión intelectual –señala–. Yo no podía leer porque mi tiempo libre era para pintar, escuchaba pódcast o miraba videos, pero quise retratar a quienes sí estaban leyendo. Primero, hice un trabajo importante de fotos. Buscando la mirada perdida a partir de lo que sucedía con la lectura. Esa revelación, ese instante en que se levanta la vista. Quería que esa instancia de pensamiento se viera. Que la mirada esté buscando algo más lejos, más allá de ese encierro”.

Los libros que aparecen en manos de las retratadas son La hermana menor, una biografía de Silvina Ocampo escrita por Mariana Enriquez, y El nervio óptico, de María Gainza. También se dejan ver el libro de cuentos La furia, de la menor de las Ocampo, los Diarios de Alejandra Pizarnik y la novela Las amigas, de Aurora Venturini, protagonizada precisamente por una pintora (de ficción) llamada Yuna Riglos.

Las salas fueron repintadas y están ambientadas con cortinados que logran una atmósfera teatral, intimista, en una paleta de celestes y grises, enfatizando el ingreso a un recinto interior, un pequeño rito de pasaje para propiciar la contemplación.

Frases pintadas por Majo Arrigoni.
Frases pintadas por Majo Arrigoni.

Majo también pintó palabras, frases poéticas que hablan de los sacudones subjetivos o de las emociones, en un ejercicio de acercamiento entre la escritura y la pintura.

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La mirada que se escapa

Mariana Robles, curadora de la muestra, traza un linaje dentro de la tradición pictórica y recuerda obras como La lectora, de Auguste Renoir; Retrato de Lydia Cassatt, de Mary Cassatt; Leyendo, de Édouard Manet, o Habitación de hotel, de Edward Hopper.

Retrato de la artista Mariana Guagliano.
Retrato de la artista Mariana Guagliano.

“En las pinturas de Arrigoni –escribe Robles en el texto de sala– sucede lo imperceptible: la interrupción del flujo lineal de las páginas escritas, la epifanía del rayo alumbrando en la noche y el horizonte de pequeñas cosas ordenadas para la continuidad del día que, no sabemos con certeza, si llegará. El afuera ingresa con sus estruendos, se cuela por las grietas de las casas cerradas y en un movimiento inverso pero restaurador la mirada se escapa, los ojos abiertos logran detener el tiempo”.

“A las mujeres que retraté las siento como cómplices de este plan mío”, reconoce la artista, dejando otra pista para llegar hasta “Desveladas” siguiendo una huella de alianzas, de colaboraciones, de complicidades tramadas en las horas quitadas al sueño y entregadas a la pintura, ejecutada como una de las formas de la amistad.

Para ver

“Desveladas” se podrá visitar hasta el 26 de mayo en la galería Abre (Independencia 828), de miércoles a viernes, entre las 17 y las 20, con cita previa que se puede acordar escribiendo al siguiente contacto: galeriadearteabre@gmail.com.

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