Es difícil de encasillar a Juan Grabois. Hace política, pero se desmarca de la lucha por cargos. Muchos lo tildan de líder piquetero, pero él también se desentiende de ese rótulo y asegura que es un “dirigente social”.

“Me considero un dirigente social. No está mal ser político, de hecho hago política. Pero cuando se hace referencia a los partidos se piensa en la disputa por ser intendente, diputados o hasta presidente. Yo no estoy en esa. Lo que me apasiona es la organización de la comunidad, de los sectores populares, de los trabajadores, de la economía popular, de los pueblos originarios y los campesinos. A eso me dediqué toda mi vida. Estudié abogacía para defender y trabajar con esos sectores”, afirmó.

El líder del Frente Patria Grande suele ser un dolor de cabeza para gobernadores e intendentes, porque en cada visita que hace al interior, genera revuelo, denunciando la falta de políticas sociales para combatir la desnutrición infantil, como hará en Salta en los próximos días. “Muchas veces si no armás quilombo, si no visibilizás los problemas, nadie los atiende. Por ejemplo, en el Chaco salteño (provincia de Salta), se están muriendo 70 chicos por causas prevenibles. Podemos cometer errores y no se nos va la mano, pero hay que denunciar la injusticias”, se justifica.

Cruce. El exgobernador salteño Juan Manuel Urtubey y Juan Grabois coincidieron en el estudio de televisión de La Voz. Hablaron sobre la desnutrición infantil en Salta. (Nicolás Bravo)
Cruce. El exgobernador salteño Juan Manuel Urtubey y Juan Grabois coincidieron en el estudio de televisión de La Voz. Hablaron sobre la desnutrición infantil en Salta. (Nicolás Bravo)

El miércoles y jueves pasados estuvo en la ciudad de Córdoba. Mostró su perfil indescifrable. Compartió una conferencia en la Universidad Nacional de Córdoba con Gustavo Grobocopatel, el denominado “rey de la soja”. Hasta dijo que tienen un proyecto en conjunto con el empresario para conseguir tierras a pequeños productores de frutas y verduras.

En lo político, también sorprendió con sus definiciones. Elogió la gestión del gobernador Juan Schiaretti, pero aseguró que “el futuro” es Martín Llaryora, el seguro candidato a gobernador del oficialismo cordobés.

Dijo que admira a Cristina Fernández, pero consideró que tiene más coincidencias con su hijo, Máximo Kirchner. “Siempre miro a los sub-45. Creo que ahí está el futuro. No descalifico a quien tiene más de 60 años, pero si miras para adelante, al poder lo disputarán quienes tienen hoy poco más de 40 años”, argumenta, con la seguridad de que sus conceptos son disruptivos.

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–¿Qué opinión tiene de la gestión del Frente de Todos?

–Tengo una mirada crítica. El Frente de Todos se conformó para sacar al macrismo del poder. En eso fue exitoso porque ganó las elecciones. Aunque hay que admitir que no tenía un programa político o de gestión y eso está a la vista. Algunas cosas se hicieron bien. Por ejemplo, en el Gobierno de Córdoba supo aprovechar políticas del Gobierno nacional para la integración urbana de los barrios populares. Fue la provincia que más obras ejecutó con fondos nacionales.

–Pero Schiaretti es muy crítico del Gobierno nacional.

–Sí, eso está claro. Pero supo ejecutar obras con fondos nacionales, cosa que no ocurrió en otras provincias. Estoy elogiando a Schiaretti sin conocerlo, pero sé por mis compañeros cordobeses que sus funcionarios están trabando bien en los barrios populares. Muchas veces lo cargo a Máximo (Kirchner) y le digo que Schiaretti hace política con la plata de la Nación. En realidad, me importa un rabanito si el gobernador tiene algún beneficio político, lo importante es que se está mejorando la vida a mucha gente que la estaba pasando mal.

–¿Le ve proyección nacional a Schiaretti ?

–La verdad que no lo sigo tanto. Me fijo más en los dirigentes que están en la generación sub-45. En Córdoba sigo a Pablo Riveros (el intendente ecologista de Villa Ciudad Parque) y a Martín (Llaryora). Me parece que el intendente de Córdoba tiene un perfil interesante.

–¿Qué comparte con Llaryora ?

–Es joven y tiene algunas ideas interesantes. Como por ejemplo, revalorizar lo público. No por ser estatista, si no por darle importancia a lo público, que es común a todos. Cuando el transporte urbano no funcionaba, el intendente municipalizó corredores. Eso me parece bien. La cuestión ambiental, también. Son indicios que me indican que ahí hay un potencial.

–Queda claro a quién va a apoyar en la pulseada por el poder en Córdoba.

–No, no. Tengo que convencer a mis compañeros cordobeses. Me considero un dirigente social, pero tenemos un partido que es Patria Grande, que en Córdoba apoyó al Frente de Todos. Creo que para todos los oficialismos serán complicadas las próximas elecciones, también para el peronismo de Córdoba. Se lo digo a los compañeros de Hacemos por Córdoba que no le va a sobrar ningún voto, Ojo, eh.

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–Por el valor que le da a las nuevas generaciones, parecería indicar que tiene más coincidencias con Máximo Kirchner que con Cristina Fernández.

–No te quepa la menor duda. Y se lo digo a Cristina.

–¿No le ve futuro político a la vicepresidenta?

–Cristina va a quedar en la historia como un personaje deslumbrante. Fue dos veces presidenta; vicepresidenta, senadora, diputada. Ha marcado la vida política de este país en los últimos 15 años. Para tibios y troyanos marca la agente cuando quiere y tiene una capacidad intelectual muy superior a la media de los políticos. Genera amor y odios. En el futuro van a hacer series televisivas y películas sobre ella. No necesita futuro, lo tiene asegurado. Ahora, yo no creo que nuestra generación tenga que orbitar en las especulaciones sobre que lo va a hacer Cristina. Estoy convencido de que la línea divisoria no tiene que ser la letra K. Y en esa nueva generación entrar Máximo, Martín (Llaryora), (Santiago) Cafiero, por nombrarte a un albertista. Y muchísimos nombres más.

–También hay una porción de los argentinos que aseguran que a Cristina Kirchner se la va a recordar por las causas de corrupción en la cual está involucrada.

–Voy a decir algo que seguramente no le gustará a los cordobeses, pero es mi convicción personal: Cristina no es corrupta. La conozco, hablo con ella y sé que no robó.

–Alguna vez se arrepintió luego de decir que le hacía ruido la fortuna de los Kirchner.

–Le pedí disculpas, porque a mí no es que me haga ruido la fortuna de los Kirchner. Me hacen ruido todas las grandes fortunas, sean bien habidas o mal habidas.

–Bueno, es una diferencia importante.

–Yo cuestiono a todas las grandes fortunas. Me hace ruido que haya gente muy rica y gente muy pobre. No puedo entender que haya gente que tenga pileta para bañarse y otra que no tenga agua para tomar. Me parece mal. Creo en la honestidad de Cristina. La conocí en 2017, cuando parecía que estaba en el final de su carrera. Fui un férreo crítico de Cristina en todos sus gobiernos. Yo me hago amigo de la gente en las malas, no en las buenas (se ríe). Para mí la corrupción no es una pavada, es un tema importante y hubo en todos los gobiernos. Y ojo, no es un invento del diario Clarín. Existió corrupción durante las gestiones de Cristina, pero la desligo a ella. Tal vez su error fue no haber controlado mejor a su administración.

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-Tiene diálogo con el Papa Francisco, ¿qué piensa él sobre el país?

-No lo sé y si lo supiera me parece que tampoco sería ético decirlo. Al Papa lo conozco desde cuando era Jorge Bergoglio. En aquel momento decían que era el opositor más fuerte del kirchnerismo. Los que quieran conocer el pensamiento del Papa no me tienen que preguntar a mí. Sólo deben ingresar a Internet y leer sus encíclicas, que son muy profundas. Es uno de los hombres vivos más sabios del mundo y es argentino. Ahí está uno de nuestros problemas. Nos gusta llevar al barro, a nuestra mediocridad, a una persona santa y sabía como el Papa Francisco ¿Cuál fue su pecado? Haber conocido a Juan Grabois, haber hecho una cara ante algún dirigente político argentino o por haberse sacado una foto con tal o cual. Eso también es parte del ser argentino, lamentablemente.

-¿Cuál es su opinión sobre el fenómeno piquetero? Algunos son opositores y reclaman en las calles, como los de izquierda, y hay otros dirigentes están del otro lado del mostrador siendo funcionarios nacionales.

-Desde mi mirada, las organizaciones sociales deben ser independientes de cualquier gobierno. Tengo un gran respecto por los que reclaman en las calles, aunque habría que buscar la manera de no afectar a los demás. Soy solidario con los protestan en las calles, porque en un contexto de más del 40% de pobreza, hay sobrados motivos para reclamar. Apoyo las manifestaciones, más allá de tener diferencias ideológicas con los dirigentes que las impulsan o a veces no estar de acuerdo con los métodos. Pero siempre voy a apoyar a los que reclaman para pedir comida, vivienda o trabajo.

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