Además, las redes que se establecen entre polinizadores y plantas pueden ser muy complejas y difíciles de comprender. De modo que cuando hablamos de una hipotética desaparición de las abejas no es tan simple como la extinción de una especie.

En el caso de la abeja de la miel, existen ciertos impactos que pueden afectar a sus poblaciones; tienen patologías propias muy específicas, su exposición a insecticidas es mayor que la de las especies silvestres —pues están más asociadas a entornos rurales y menos a entornos silvestres— y, al vivir en colonias fijas, son presa fácil de especies depredadoras invasoras como la avispa asiática (Vespa velutina). Sin embargo, a pesar de todo, es una especie totalmente controlada por el ser humano, y no hay indicio alguno que indique riesgo de extinción.

¿Y el resto de abejas?

Muchos impactos potenciales pueden afectar negativamente al resto de las especies de abejas, entre otros, los grandes motores del cambio global.

El cambio de uso del suelo, especialmente la eliminación de terreno silvestre para explotación agrícola, reduce la cantidad de alimento disponible para muchas abejas silvestres; algunas de ellas son muy especialistas y requieren de determinados tipos de flores, que desaparecen cuando se introduce un cultivo donde antes había matorral o bosque.

Cuanto más biodiverso es un entorno, más sólida puede ser la comunidad de abejas silvestres, y una zona dominada por una sola especie, como un cultivo, puede causar un problema grave para estas poblaciones.

Además, junto a la actividad agrícola suele haber contaminación provocada por  insecticidas, que actúan negativamente sobre su salud, los fungicidas, sobre su microbiota digestiva, y los herbicidas que eliminan las mal llamadas “malas hierbas”, pero que son fuente de alimento para las abejas.

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Por otro lado, la introducción de especies exóticas puede causar competencia y desplazamiento de las especies nativas, transmisión de enfermedades e incluso depredación, como la avispa asiática ya mencionada.

No faltan las voces que apuntan a que una hipotética contaminación electromagnética o los organismos transgénicos también están detrás de la pérdida de abejas, pero no hay pruebas reales de que tal cosa esté sucediendo.

Por supuesto, el cambio climático antropogénico también es un factor que causa el declive de numerosas especies, pero también, hay otras que han mostrado una buena capacidad de adaptación a este tipo de impacto.

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