Si seguimos alejándonos del Sol cada vez más satélites protagonizan eclipses solares. En Saturno son hasta siete las lunas capaces de ocultar completamente al Sol. Entre estas no solo se encuentran las lunas más grandes y conocidas, como Titán, Rhea o Encélado, sino también otras menos populares, como Mimas o Jano, que son más pequeñas con apenas unos cientos de kilómetros de tamaño, pero orbitan mucho más cerca del gigante anillado.

En el caso de Urano unas 15 de sus lunas serán capaces de tapar completamente al Sol, que a esta distancia de unos 2800 millones de kilómetros ocupa unas 19 veces menos tamaño que visto desde la Tierra. El Sol resulta tan pequeño desde Urano que satélites de apenas 40 ó 50 kilómetros de diámetro son capaces de ocultar y otros como Ariel, con sus poco más de 1000 kilómetros de diámetro, ocupa unas 12 veces más en el cielo de Urano que la estrella.

Desde Neptuno son ocho los satélites con tamaño suficiente como para ocultar completamente al Sol. La mayoría de ellos lo hacen sin mayor problema, resultando por ejemplo Tritón unas 24 veces más grande que el Sol. Sin embargo el satélite Hipocampo de unos 35 kilómetros de diámetro es apenas capaz de ocultar a la estrella, por lo que será capaz, dependiendo de la excentricidad de su órbita, de ofrecer eclipses anulares.

Incluso desde Plutón podríamos observar eclipses solares y no solo por parte de su (relativamente) enorme compañera Caronte, que domina los cielos de Plutón de manera incuestionable. Sus lunas más pequeñas de apenas unas decenas de kilómetros de tamaño también serían capaces de ocultar el Sol, aunque tal vez no durante toda la órbita del planeta enano. Nix e Hydra, con diámetros de uno 40 kilómetros sí ocultarían el Sol incluso en las partes más lejanas de la órbita de Plutón, pero Styx y Kerberos lo tendrían más complicado, ocultándolo en las partes más próximas, pero quedándose cortas en las regiones alejadas.

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En definitiva, los eclipses solares totales son algo muy común en nuestro sistema solar y decenas de satélites diferentes son capaces de provocarlos sobre la superficie de sus planetas. Sin embargo, los eclipses solares anulares resultan ser muchísimo más raros, siendo sólo posibles en Neptuno y en algunos puntos concretos de la órbita de Plutón, además de en nuestro planeta.

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