Supongamos que los cazadores Clovis incluso podían lanzar más fuerte de lo que lo hacía la máquina utilizada para el experimento. Atacar a un animal en movimiento y lograr clavarle una lanza que atravesara piel, grasa y tejidos hasta un órgano interno era poco probable y se necesitarían demasiados intentos ante un mamut que huiría o cargaría contra sus atacantes antes de verse mortalmente herido. 

Todo ello, teniendo en cuenta de que las lanzas no golpearían contra las costillas del mamut, lo que rompería las puntas Clovis. En otro experimento, Eren disparó 203 réplicas de diferentes tipos de puntas Clovis contra tablas de roble, un material menos resistente que las costillas humanas. La mayoría de los proyectiles se rompieron en el primer tiro, solo tres aguantaron un segundo lanzamiento para acabar también rotas. Sin embargo, de 74 puntas Clovis halladas entre huesos de mamuts, solo 12 se habían roto. En cambio, 10 de las 19 puntas asociadas a la caza de bisontes, una presa más asequible, aparecieron rotas. 

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