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¿Realmente, cuánto sabe Milei de economía? Dolarización, gritos, dudas y jardinería

Hay una novela muy famosa. Cuenta la historia de un personaje llamado Chance, un jardinero de mediana edad y mentalidad muy simple, que vive en la gran mansión de un hombre adinerado en la ciudad de Washington. Este hombre, Chance, que ha pasado su vida entera en esa casa, sólo sabe del mundo exterior lo que conoce a través de la televisión. Cuando su benefactor muere, los abogados a cargo de la herencia lo obligan a salir de la casa por primera vez, y ya en las calles, por una serie de confusiones, termina cobijado por la alta sociedad, la televisión, la política, entre cuyos miembros, cada inocente y sencilla frase que profiere Chance es tomada por una pieza de sabio conocimiento revelador. La novela, considerada una de las obras más significativas de Jerzy Kosinski, suele verse como una mirada satírica sobre la “fantasía” de la cultura mediática. ¿Alguna referencia que nos resulte familiar?

Parece una obviedad, pero como decía Hemingway, se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar. Por eso no hay más que remitirse a lo dicho. Y es ahí donde parecen emerger las dudas. ¿Es probable que Milei apabulle con gritos y economicismos técnicos que él mismo no termina de entender? ¿Puede ser que el economista no comprenda demasiado de la economía?

La fórmula del éxito: que no se entienda

Si hay algo que distingue a Javier Milei, eso es la confusión durante sus exposiciones económicas. Al margen de que en sus intervenciones el grueso está dedicado a lo financiero, tampoco existe demasiado registro de sus conocimientos de producción, desarrollo económico o comercio internacional, por mencionar tres ítems importantes. En rigor, y del diagnóstico de sus propios colegas, pareciera no dominar amplios conocimientos de la materia y sólo ajustarse a algunas definiciones menores que usualmente no resultan comprensibles para el gran público.

Esto refiere no sólo a cuando suele traer a la dolarización a escena. Es conocido que economistas tanto de la ortodoxia como la heterodoxia han descartado el proyecto de dolarización, empezando por lo obvio: no hay dólares suficientes para hacer la conversión de los pesos. Cuando Milei habla de dolarización, sus respuestas suelen ser vagas, cambiantes, acomodaticias a grado de conocimiento del interlocutor y hasta violentas para inhibir cualquier repregunta.

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En prácticamente todas sus explicaciones técnicas, suele abordar conceptos que nunca termina de completar, esboza definiciones que no siempre tienen una lógica detrás. Incluso es común escucharlo evocar referencias a autores de la Escuela Austríaca de economía que no revisten un peso específico relevante.

Entonces, la estrategia luce prístina: usa el insulto como norma y suele ostentar erudición capitalizando a ratos el desconocimiento, a ratos la obsecuencia de sus temerosos interlocutores.

Mano en el corazón: ¿qué día y hora fue la que Milei utilizó para explicar sencillo y bien cómo haría para dolarizar la economía si llegase a la presidencia? No sabe, no contesta.

Abastonomics: nada es lo que parece

Sin subestimar su gran magnetismo mediático y su inteligencia ¿emocional?, la novedad es que, si se repasan sus definiciones económicas más técnicas, el grueso resuma error o, al menos, despierta la sospecha. Si se lo piensa, acaso Milei presume una capacidad o conocimiento que, quizás, no posee. Sería largo citar cada frase del León del Abasto, pero lo singular es que todos los ejemplos se adaptan bien a estas hipótesis. No se habla aquí de que el candidato no puede distinguir las fuerzas de seguridad de las fuerzas armadas, pero sí que no alcanza a diferenciar el comercio internacional de las funciones de la diplomacia.

Por ejemplo, Milei sostuvo que el poder adquisitivo del salario era mayor en los años 90 que hoy. ¿Respuesta? No lo era. Tomando el salario mediano real del sector privado registrado y en base a los datos de Indec y Ministerio de Trabajo, en rigor, hoy es casi 50% mayor al de 1998. El cálculo le pertenece al sociólogo Daniel Schteingart. Milei dijo que el ingreso promedio en la convertibilidad era de 1.800 dólares por persona por mes. Sin embargo, el salario promedio formal privado en esa época fue de 810 dólares.

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Otra frase de Milei: “Cuando uno mira el producto per cápita argentino, está 15% por debajo (de 2011)”, dijo. Respuesta: es mentira. Si bien 2011 fue el punto más alto de PBI per cápita en la Argentina, desde entonces, este indicador registró una caída de entre un 9% y un 10%. No 15%. Otra más: “Con vos como ministro de Economía cayeron 33% los ingresos”, le dijo Milei a Massa. Sin embargo, desde la asunción de Massa en agosto de 2022, ninguno de estos indicadores muestra una caída como la señalada por Milei.

Por izquierda y derecha

Pero hay mucho más. Hace algunas semanas, el candidato por La Libertad Avanza señaló que “los fallos de mercado no existen”. Se trata de una afirmación enmarcada en una tradición ultraortodoxa cuya finalidad es consignar la “libertad” del mercado para asignar recursos, tareas y precios. Esa definición fue desmentida por economistas de izquierda a derecha. Miguel Braun, ex secretario de Comercio del gobierno de Mauricio Macri, le contestó: “Se llaman fallas de mercado en la literatura económica. Ocurren cuando existen externalidades, por ejemplo, que son efectos no pecuniarios de la transacción. Ejemplo clásico: la contaminación. Una curtiembre tira gratis desperdicios al río. Es brutísimo Milei”, publicó en X (ex Twitter). El ex viceministro de Economía en la gestión de Alberto Fernández Haroldo Montagú también le respondió: “Como negacionista del cambio climático está muy bien que no repare en las externalidades. ¿Los bienes y servicios públicos como defensa y seguridad, qué son?”.

Hace algunas semanas, también Luis Palma Cané, economista y especialista en finanzas internacionales, cruzó a Javier Milei por sus afirmaciones sobre los plazos fijo en pesos. “Milei sabe mucho menos de economía de lo que aparenta. Cuando no sabe, empieza a hablar de historia. Muchas cosas que dice no son correctas”, dijo.

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Las notas, la falla, la falta

Hace algunos meses, el economista y profesor Constantino Hevia puso en cuestión cuánto sabe de economía Javier Milei. «Si rascás un poquito, te das cuenta de que Milei sabe mucho menos de economía de lo que la gente y él creen», dijo en X (ex Twitter) al analizar -entre otras cosas- los apuntes manuscritos del candidato presidencial para su discurso ante los empresarios en el hotel Llao Llao. Acto seguido, el profesor Hevia citó a Milei, quien descalificaba a los críticos de la dolarización diciendo que no entienden «la condición de transversalidad». El profesor quedó impactado por la torpeza de la exposición y publicó una larga evidencia teórica en X (ex Twitter) que da cuenta de algo no menor: Milei dice cualquier cosa. “Al tratar de ignorante a todos y usar un discurso pseudocientífico confunde al público y crece su figura de técnico, o economista matemático como él gusta llamarse. Lo cierto es que Milei es flojo técnicamente. El ejemplo de sus notas es bien claro», sostiene Hevia.

Volviendo a Chance. Como se dijo, el personaje ha pasado su vida entera en esa casa y sólo sabe del mundo exterior lo que conoce a través de la televisión parece retornar una y otra vez. Confusiones mediante, acunado por la alta sociedad, la televisión, la política, la historia cuenta el derrotero es conocido. “No es lo que ves, sino cómo lo ves”, podría decir alguien. Y lo que se suponía que era un conocimiento revelador luego cae en una espiral de decepciones. Ya no funciona la magia. Y tampoco los gritos.

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