Los Caballos y las Vías
Primera Parte
Nuestros lectores estarán pensando ¿habrán sido tan importantes los caballos para el país?
En verdad que en esta Argentina del siglo XXI apenas en el 2004, asociar a los nobles caballos a tantas historias del país parece exagerado, pero podemos contestar como lo venimos haciendo desde hace tiempo que la importancia de los caballos en todas las cuestiones de la vida diaria existió una relación por demás trascendente. Analizamos su auxilio por la Independencia del país.
La ayuda fundamental en las cuestiones del campo, hasta supimos conocer cómo potenciaron sus fuerzas en los diversos momentos de la humanidad, para continuar con su relación diaria, podemos decir que todo el movimiento económico y desde luego cívico contó con su ayuda.
Los barcos que llegaban al país a través del Riachuelo, por ser sólo a velas, eran ayudados desde la orilla por largas lingas o sogas o cuerdas para que los caballos los arrastrasen hasta el muelle más apropiado, venían a vela, pero en tierra dependían mucho de los caballos.
Todo el movimiento urbano recurría a ellos, desde los carretones que traían los artículos del campo pasando por las ágiles galeras y diligencias, más los carruajes de la gente adinerada y de los gobernantes en todo estaba presente el caballo, estamos hablando de mediados del siglo XIX o sea posterior a la época de Rosas. Recién pasado 1853 se produce el incremento de las tareas de comunicación en las que su principal colaborador es el caballo.
Como dato curioso que ocurrió en el anterior Virreynato de Lima, eran tan escasos que se prohibió a los particulares tener carruajes, sólo andaban los del virrey usando los pocos caballos que había.
En nuestro medio la cantidad de caballos que se reprodujeron en nuestras pampas, no supo de tal necesidad de cuidarlos tanto y fueron usados en todos los niveles conocidos.
El país crecía en gente y extensión de la ciudad capital, las necesidades de acortar distancias, motivó que se sucedieran ideas para mejor comunicarse, por consiguiente se recurrió a un medio que ya venía cumpliendo eficientes resultados en Europa, las comunicaciones en distancias menores que no podían cubrir el ferrocarril por no poder entrar dentro del ejido urbano.
El tren llegaba hasta las plazas distante del centro: Constitución, Plaza Once o de las carretas y a la del Retiro, desde allí hasta el centro eran muy tediosas esas 15 ó 20 cuadras, al principio eran atendidas las necesidades por “ómnibus a caballo” que eran simples galeras con varios asientos más, muy rústicos y hubo, además, unos carruajes importados que llevaban asientos en su techo, a los que se accedía por una escalera que nacía de la parte posterior, “existía ese servicio, desde mediados del año 1850, tenían 4 ruedas y eran arrastrados por dos yuntas de caballos y tenían capacidad para 15 pasajeros. Las primeras compañías tenían como punto de partida la Plaza Victoria (actual Plaza de Mayo) y desde allí servían a distintas zonas de la ciudad: Recoleta, Barracas, Boca y Constitución”. Leemos este párrafo del libro “El Trasporte en Buenos Aires, 1870-1880”, de Cristian Werckenthien… “El Ferrocarril del Oeste que tenía su terminal en Plaza del Parque (hoy Lavalle) un poco alejado del centro fue el primero a recurrir a este medio de transporte para sus pasajeros que deseaban llegar hasta el centro, siendo este un servicio de atención de la empresa. Indudablemente, este modo de transporte comenzó a eclipsarse desde que el público advirtió las bondades del servicio tranviario: la comodidad de éste era muy superior”.
Las compañías de ferrocarril, al estar alejadas del centro sus terminales, establecieron los primeros servicios tranviarios como complemento para que sus pasajeros llegaran al centro de la ciudad.
HEG
