En torno a las especies exóticas invasoras hay numerosas polémicas, incluyendo a los que niegan su mera existencia. Parte de su argumentación está en la misma definición de especie invasora: aquella que, habiendo sido transportada por la mano humana, se naturaliza en un nuevo entorno natural y consigue dispersarse.

¿Invasiones biológicas o colonización?

La defensa de estos ‘negacionistas’ es que las especies ya se desplazan de forma natural, colonizan nuevos territorios, y que un grupo de animales, a lo largo de milenios, puede llegar desde el continente americano hasta colonizar el norte de África. De hecho, es el caso del origen de los camellos, sin que la mano humana mediase en el proceso. Pero siguiendo la misma argumentación, se podría hablar del cambio climático antropogénico que estamos sufriendo en la actualidad.

Así como frente al hecho objetivo de que el clima cambia de forma natural en el tiempo, la gravedad del cambio climático antropogénico radica en su gran magnitud y la velocidad a la que está sucediendo. Análogamente, los procesos de colonización se diferencian de las invasiones biológicas en la misma medida: la mano humana transporta especies de forma mucho más masiva, más rápida, y con mayor magnitud.

Y como sucede con el cambio climático antropogénico, que muchas poblaciones y ecosistemas no consiguen adaptarse al cambio brusco, tampoco las especies nativas consiguen adaptarse a la presencia de las nuevas, que han colonizado el nuevo ecosistema masivamente en pocos siglos o incluso décadas, y no de forma paulatina, en decenas o cientos de milenios o en millones de años.

Para que se produzca una invasión biológica, por tanto, el primer paso es el transporte de especies de un lugar a otro, atravesando barreras biogeográficas. Ese transporte es mediado por la actividad humana. Aunque en ocasiones los seres vivos se transportan de forma deliberada y en otras no. 

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Transporte deliberado de especies

Los seres humanos han transportado especies exóticas de forma deliberada durante milenios, con diversos fines, aunque al principio de nuestra historia este transporte era lento y de baja magnitud.

Podemos identificar tres momentos en la historia de la humanidad en los que se producen cambios radicales en el ritmo y magnitud de dicho transporte.

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