Sin embargo, no todas las hojas conservan esa estructura. Algunas son más simples y prescinden de algunas de las partes. Por ejemplo, la hoja de Ginkgo biloba no tiene nervio principal central, sino que los nervios se van dividiendo en dos a medida que se acercan al borde del limbo. Otra hoja muy modificada es el zarcillo de la vid, que ni siquiera tiene limbo.

En otras ocasiones encontramos lo contrario, hojas mucho más complejas. Es el caso de las hojas compuestas. En ellas, el limbo foliar está dividido en subunidades, llamadas foliolos, que se articulan sobre lo que evolutivamente era el nervio central, que queda expuesto y recibe el nombre de raquis. Cada foliolo puede, además, tener su propio pecíolo pequeño, que se denomina peciólulo. Cuando los foliolos se disponen a lo largo del raquis se dice que la hoja es pinnada.

Aún se puede complicar más el asunto, y en lugar de tener un solo nivel de divisiones, tenga dos o incluso tres. Es decir, un raquis central, que se divide a su vez en raquis secundarios, que se dividen en raquis terciarios, a lo largo de los cuales se disponen los foliolos. Es lo que encontramos, por ejemplo, en las hojas de zanahoria.

Pero no todas las hojas compuestas disponen sus foliolos a lo largo del raquis. En algunas especies todos los foliolos surgen de un mismo punto, como sucede en la hoja del cáñamo. A esta disposición la llamamos digitada. Y cuando el número de foliolos es tres, trifoliada.

Deja un comentario
Mirá También: 

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *