1. La barrera geográfica

La primera barrera que enfrentan las especies ajenas a un entorno determinado es la barrera geográfica. Por supuesto, solo una especie transportada a otro lugar, puede convertirse en invasora. Y ese transporte ha de estar mediado por la mano humana. Por lo tanto, los eventos de colonización producidos por los movimientos naturales de las especies no se contabilizan como transporte, desde el punto de una invasión biológica.

Toda especie que es trasladada de un lugar a otro se denomina no nativa, o exótica. Puede ocurrir que esa especie permanezca en el mismo lugar; que ese ser vivo nunca salga al medio natural. Es el caso de un animal destinado como mascota doméstica, que está esterilizado y permanece en el hogar; hablaríamos entonces de un animal exótico o no nativo. Pero para que se produzca una invasión, aún deben superarse otras barreras.

2. La barrera ambiental

Algunos organismos transportados nunca llegan al medio natural. Pero lo más probable es que los propágulos de esos organismos salgan del control humano y terminen instalándose en el medioambiente. Ya sea porque las personas los liberan deliberadamente, porque se escapen, o porque sus portadores no sean conscientes de que los están introduciendo. Están atravesando la barrera ambiental.

Cuando un barco libera el agua de lastre que cargó en otro lugar, multitud de esporas, algas y plancton pueden ser liberados al medio natural tras haber sido transportado. Cuando alguien libera a sus cotorras porque no sabía que iban a ser tan ruidosas, y las deja en el parque urbano más cercano; cuando un grupo de animalistas, con la mejor intención, deja en libertad a miles de visones de una granja; o cuando alguien camina por el campo con las botas sucias de barro adherido en otro lugar, se está produciendo la introducción de la especie.

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En todos estos casos, la especie está saltando la barrera ambiental, y pasa a ser considerada una especie introducida.

3. La barrera de supervivencia

Un ser vivo exótico, al final del viaje, puede llegar a un ecosistema para el que no está biológicamente adaptado. Semillas de una planta que necesita abundante humedad, introducidas en un desierto. O plantas que necesitan un ambiente árido, introducidas en la ribera de un río. Un animal marino en un lago de agua dulce, o uno que necesita calor, en las nieves de la cima de una gran montaña.

Muchos de los seres vivos introducidos en el medio natural no son capaces de adaptarse, no consiguen sobrevivir por diferentes causas: las condiciones ambientales, la presencia de depredadores implacables, o incluso por la existencia de una enfermedad letal para ellos en la zona.

Sin embargo, otros seres vivos sí sobreviven. Superan la barrera de supervivencia y se integran en el nuevo ecosistema. Se aclimatan adecuadamente a las nuevas condiciones. A los organismos que superan la barrera de la supervivencia los denominamos subespontáneos.

4. La barrera de reproducción

Es posible que un animal consiga sobrevivir con éxito en el nuevo ambiente. Pero mientras sea incapaz de reproducirse, su población dependerá directamente de sucesivas introducciones. Si una población subespontánea deja de recibir individuos, probablemente termine desapareciendo.

Pero, como siempre, la vida se abre camino, y suele ocurrir que estos organismos encuentren la forma de reproducirse. En ese momento, cuando superan la barrera de reproducción, la población se vuelve capaz de, de mantenerse generación tras generación y perpetuarse en el tiempo.

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Cuando una población supera la cuarta barrera o barrera reproductiva, decimos que está naturalizada.

5. La barrera de dispersión

Una población puede mantenerse estable en el tiempo, reproducirse y ocupar un nicho ecológico disponible —o desplazar a otra especie para ocupar el suyo—, dentro del área donde fue originalmente introducida, y quedarse así.

Esas especies naturalizadas no tienen por qué suponer un problema significativo más allá del área de introducción original. Sin embargo, en ocasiones una especie naturalizada es capaz de atravesar la barrera de dispersión, y colonizar nuevos entornos —bien sea por el movimiento de sus individuos, o porque esparzan sus propágulos con gran eficiencia—. Cuando las especies naturalizadas usan las poblaciones estables como foco de expansión, y se instalan en nuevos ecosistemas distintos a aquellos en los que fueron introducidas, decimos que son especies invasoras.

Así pues, una especie invasora no es cualquier especie exótica. Una especie invasora es aquella que ha sido transportada por la acción humana, que se ha introducido en un nuevo ambiente, donde ha sobrevivido con éxito, se ha naturalizado, y finalmente, se ha expandido a nuevos ambientes.

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