Al norte de Burgos se encuentra Poza de la Sal, un pequeño municipio de apenas 300 habitantes que seguramente pasaría desapercibido – a pesar de situarse en un entorno natural privilegiado- de no ser porque allí, en 1928, nació nuestro naturalista y divulgador medioambiental más famoso: Félix Rodríguez de la Fuente.

Fue precisamente allí, en sus paseos por el campo, donde nació su intenso amor por la naturaleza, un amor que Félix supo, en una época en la que aún seguían vigentes en España las Juntas de Extinción de Animales Dañinos y animales como las águilas, los buitres y linces se consideraban alimañas, divulgar y compartir con ciudadanos de todo el mundo.

En casa del futuro naturalista se respiraba un ambiente intelectual, ya que su padre, notario de profesión, era también un gran amante de la lectura y del buen español. De hecho, hasta los 10 años Félix fue educado en casa por él.

Más tarde se licenció en Medicina en la Universidad de Valladolid y se graduó en estomatología. De hecho llegó a ejercer como dentista en Madrid, profesión que abandonó al poco tiempo para dedicarse a sus dos grandes pasiones: la cetrería y la divulgación ambiental.

Los impulsores de la defensa de la naturaleza

Félix no fue el único defensor de la naturaleza de su época. Francisco Bernis o José Antonio Valverde fueron otros de los grandes naturalistas que contribuyeron a implantar el germen de la conservación en nuestro país, y dieron pasos de gigante como la creación del Parque Nacional de Doñana o la fundación de la Sociedad Española de Ornitología. Pero, seguramente, Félix Rodríguez de la Fuente fue el más mediático, y consiguió que su mensaje en defensa de todas las especies llegara a los cinco continentes, como prueba su serie documental más famosa: El hombre y la tierra, emitida en TVE desde 1974.

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Pese a las críticas recibidas por el uso de animales troquelados para la producción de sus documentales, el legado de Félix Rodríguez de la Fuente ha trascendido generaciones e inspirado multitud de movimientos en defensa de la naturaleza. Fue el fundador del Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega, participó en la formación de la delegación española del Fondo Mundial para la Naturaleza, y logró importantes avances legislativos para la protección de diversas especies amenazadas. En definitiva, contribuyó a cambiar la mentalidad en una época en la que el ecologismo y la conservación de la naturaleza aún estaban en pañales en nuestro país.

En el año 1980, Félix Rodríguez de la Fuente murió a los 52 años de edad en un accidente en Alaska, región a la que había viajado para rodar la Iditarod, la emblemática carrera de perros con trineo considerada «la última gran carrera», un recorrido de casi 1000 millas que cubre algunos de los terrenos más extremos de la Tierra y que disputan equipos formados por un musher (persona que guía el trineo) y aproximadamente 16 perros que tiran.

La avioneta en la que viajaba Rodríguez de la Fuente se estrelló y todos sus ocupantes perecieron. En 2004, su familia creó la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente con el fin de perpetuar el legado de nuestro divulgador medioambiental más famoso.

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