Siempre alerta, vigilando que el dolor no la embosque, que el trauma no la alcance, Anny Duperey se pasó buena parte de su vida escurriéndose del pasado. Para evitar que la perforara.

Se escapaba más que nada de una posibilidad de daño alojada en un episodio trágico de su infancia: su madre y su padre murieron muy jóvenes y, se diría, sin ninguna épica, asfixiados en un baño que no contaba la ventilación adecuada. Anny tenía 8 años. Su hermana era una bebé que todavía dormía en la cuna.

La potencia traumática de ese episodio quedó eclipsada en el limbo de la ausencia de recuerdos previos, aunque también se podría pensar que esa bomba de dolor puro fue negada gracias a un trabajo constante de expulsión o bloqueo. Pasto de psicoanalistas.

Sin embargo, la muerte y la temprana condición de huérfana la alcanzaron, décadas después, como una radiación nuclear.

El velo negro es la bitácora narrativa y visual de ese duelo tardío, potente como un latigazo, en el que la escritora y actriz francesa se enroscó después de encontrar y revelar un conjunto de fotos tomadas por su padre, Lucien Legras.

Las fotos son el pasadizo hacia un relato posible, una chance de historia, una expedición hacia esa memoria oscurecida por una punzada que la había tumbado. Las imágenes son la oportunidad de correr el velo que impedía mirar, y la señal para emprender un libro que, sin saberlo, tenía “atravesado en el corazón”.

“El recuerdo al cual me dirijo puede todavía en ciertas horas tirarme al suelo y arrancarme sollozos de niña, quizá hasta el fin de mis días”, escribe Anny Duperey en una suerte de advertencia que se hace a sí misma, metiéndose a tientas, con una escritura elegante y conmovedora, en la caverna de las vidas perdidas.

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La traducción al castellano, concretada en un volumen de 240 páginas, en papel ilustración y 66 fotografías en blanco y negro, es obra de Cielo Invertido, el sello local que comandan Flavia Rojas y Dolores González Montbrun (el año pasado ganaron el Premio Burnichon al mejor libro editado en Córdoba con Elemental, de Camila García Reyna).

Le voile noir se publicó originalmente en Francia en 1992. Su vertido al castellano comenzó hace años, cuando la traductora María Martha Boccanera enviaba audios con versiones espontáneas a Raquel Algarra, quien, cuidadosamente, fue cosiendo el texto. Hubo un intento de publicación hace 13 años y alguna circulación en borradores, cuentan las editoras que finalmente le entregaron la corrección de la traducción a Juan Zavala y produjeron esta proeza del campo editorial local.

La certeza de no haber conocido a sus padres, el hecho de estar huérfana de las historias familiares, se aloja a cada paso en la escritura de Anny Duperey y establece la tensión con un rito de pasaje que se vuelve urgente: recorrer el tiempo a contrapelo, hallar las vetas de recuerdos que finalmente van apareciendo, y dejarse acompañar por una pena infinita, guardada en el corazón como una perla negra.

"El velo negro" (Editorial Cielo Invertido)
«El velo negro» (Editorial Cielo Invertido)

Presentación. El libro se presentará el viernes 18 de marzo a las 19.30 en Urquiza 1851 (@una.lacasa), con el acompañamiento de Claudia Huergo y Luis García, y música a cargo de Luci Rivarola.

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