En cuanto a la práctica sexual es la anatomía la que nos da ciertas pistas de cómo pudo suceder entre neandertales y otros homínidos ya extintos. Resulta obvio pensar que nuestra forma del cuerpo y disposición de los órganos sexuales marcan nuestras conductas sexuales y posturas más propicias para llevar a cabo la cópula.
De todo el reino animal, el ser humano es prácticamente el único que mantiene relaciones sexuales cara a cara. Algunos de nuestros parientes primates también utilizan esta postura sexual, pero de manera inusual y esporádica. Hacerlo con la pareja mirándose de frente es un comportamiento diferenciador de los humanos.
Algunos cronistas de la edad moderna contaron que los europeos enseñaron a hacer el amor cara a cara a las indígenas de América, que se mostraban sorprendidas ante la novedad. Sin embargo, estas afirmaciones parecen ser falsas y solo buscaban equiparar a los indígenas, precisamente, con bestias y animales salvajes.