«¿Qué pasa si varios tiranosaurios adultos convergen en un cadáver? Tienes un montón de cráneos enormes, con mandíbulas y dientes increíblemente poderosos, desgarrando y masticando carne y huesos justo a tu lado. ¿Y si tu amigo cree que te estás acercando demasiado? Podrían advertirte de que te alejes cortándote el brazo«, dijo Padian, profesor emérito de biología integrativa de la Universidad de California, Berkeley, y conservador del Museo de Paleontología de la UC (UCMP). «Por lo tanto, podría ser un beneficio reducir las extremidades anteriores, ya que de todos modos no las utiliza en la depredación». El experto también apunta que “las heridas graves por mordedura pueden causar infección, hemorragia, shock y eventualmente la muerte”. Evitarlas sería como un seguro de vida.

Padian señaló que los predecesores de los tiranosaurios tenían los brazos más largos, por lo que debió de haber una razón para que se redujeran tanto en tamaño como en movilidad articular. Esto habría afectado no solo al T. rex, que vivió en América del Norte a finales del Cretácico, dijo, sino a los abelisáuridos africanos y sudamericanos de mediados del Cretácico y a los carcarodontosáuridos, que se extendieron por Europa y Asia a principios y mediados del Cretácico y eran aún más grandes que el T. rex.

«Todas las ideas que se han planteado al respecto no han sido probadas o son imposibles porque no pueden funcionar», dijo Padian. «Y ninguna de las hipótesis explica por qué los brazos se harían más pequeños . Lo mejor que podrían hacer es explicar por qué mantendrían el tamaño pequeño. Y en todos los casos, todas las funciones propuestas habrían sido mucho más eficaces si los brazos no se hubieran reducido.»

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El experto admite que cualquiera de las hipótesis planteadas, incluida la suya, es difícil de corroborar 66 millones de años después de que se extinguiera el último T. rex.

Un gigante con “bracitos”

Cuando se descubrieron los primeros fósiles del Tyrannosaurus rex, en 1900, se pensó que los brazos eran demasiado pequeños como para formar parte del esqueleto. En ese momento se planteó la hipótesis de que estos podrían haber sido una especie de “ganchos pectorales” que le servían al animal para sujetar a la hembra mientras copulaban. Padian, sin embargo, afirma que los brazos del T. rex son demasiado cortos para rodear a otro miembro de la especie y demasiado débiles para ejercer cualquier control sobre una pareja.

Otras explicaciones que se han dado contemplan la hipótesis de que sirvieran para para saludar y así atraer a la pareja o como señalización social, que sirvieran de ancla para permitir al T. rex levantarse del suelo, sujetar a la presa, apuñalar a los enemigos e incluso empujar a un tricerátop dormido por la noche.

Padian abordó la cuestión desde una perspectiva diferente, preguntándose qué beneficio podrían tener unos brazos más cortos para la supervivencia del animal. La respuesta le llegó después de que otros paleontólogos desenterraran pruebas de que algunos tiranosáuridos cazaban en manada y no en solitario, como se representa en muchas pinturas y dioramas.

«Varios yacimientos de cantera importantes desenterrados en los últimos 20 años conservan tiranosaurios adultos y jóvenes juntos», dijo. «No podemos suponer realmente que vivieran juntos o incluso que murieran juntos. Sólo sabemos que fueron enterrados juntos. Pero cuando se encuentran varios yacimientos con los mismos animales, es una señal más fuerte. Y la posibilidad, que ya han planteado otros investigadores, es que cazaran en grupo».

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Tal vez, pensó, los brazos se encogían para evitar incidentes cuando los animales comían en manada. Los jóvenes del T. rex, en particular, habrían sido prudentes y no empezarían a comer hasta que los adultos más grandes hubieran terminado.

En su nuevo trabajo, Padian examina las especulaciones de otros paleontólogos, ninguna de las cuales se ha confirmado al 100 %. Lo primero que determinó, midiendo el molde del T. rex a tamaño natural que domina el atrio de la UCMP, es que ninguna de las hipótesis funcionaría realmente.

«Los brazos son demasiado cortos», dijo. «No pueden tocarse, no pueden alcanzar la boca y su movilidad es tan limitada que no pueden estirarse mucho, ni hacia delante ni hacia arriba. La enorme cabeza y el cuello están muy por delante de ellos y forman más o menos el tipo de máquina de la muerte que se veía en Jurassic Park«.

Hace veinte años, dos paleontólogos analizaron los brazos y plantearon la hipótesis de que el T. rex podría haber levantado unas 400 libras con sus brazos. «Pero la cosa es que no puede acercarse a nada para levantarlo», dijo Padian.

La hipótesis de Padian guarda similitudes con lo que les ocurre a animales actuales como el dragón de Komodo. Resulta que este lagarto gigante caza en grupo, y cuando mata a una presa, los dragones más grandes convergen en el cadáver y dejan los restos para los más pequeños. Pueden producirse mutilaciones, como ocurre entre los cocodrilos durante la alimentación. Lo mismo podría ocurrir con el T. rex y otros tiranosáuridos, que aparecieron por primera vez en el Jurásico tardío y alcanzaron su máximo esplendor en el Cretácico tardío antes de extinguirse.

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Puede que nunca sea posible establecer firmemente la hipótesis, dijo Padian, pero se podría encontrar una correlación si se revisan los especímenes de los museos de todo el mundo en busca de marcas de mordeduras. «Las mordeduras en el cráneo y otras partes del esqueleto son bien conocidas en los tiranosaurios y otros dinosaurios carnívoros», dijo. «Si se encontraran menos marcas de mordeduras en las extremidades reducidas, podría ser una señal de que la reducción funcionó».

Sin embargo, el investigador no se hace ilusiones acerca de que su hipótesis sea la explicación final a por qué el feroz tiranosaurio tenía unos brazos tan pequeños.

 

Referencia:

Padian, K. 2022. Why tyrannosaurid forelimbs were so short: An integrative hypothesis. Acta Palaeontologica Polonica. DOI: 10.4202/app.00921.2021

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