La contaminación lumínica es un problema creciente. El deterioro del cielo nocturno en las últimas décadas ha sido una consecuencia directa del crecimiento económico y el desarrollo de nuestra sociedad. Es decir, es una de las consecuencias indeseadas de algo deseado. Esta contaminación se debe principalmente al uso excesivo e ineficiente de la iluminación artificial en áreas urbanas y suburbanas. La iluminación excesiva, los diseños inadecuados de alumbrado público y privado, y la creciente urbanización han contribuido a un aumento significativo en la dispersión de la luz artificial en el cielo nocturno.

Efectos de la contaminación lumínica en Tenerife. Luis Javier García Morales | Wikimedia Commons

Esta contaminación no solo afecta a nuestra capacidad de disfrutar del cielo nocturno. La contaminación lumínica afecta los patrones migratorios y de comportamiento de muchas especies animales, alterando los ecosistemas y la biodiversidad. La exposición excesiva a la luz artificial durante la noche también interfiere con los ritmos circadianos humanos, lo que puede llevar a problemas de sueño y otros problemas de salud. Además, la iluminación ineficiente no solo contribuye a la contaminación lumínica, sino que también representa un desperdicio de energía y recursos económicos.

Todo esto sin olvidar que un cielo lleno de estrellas ha sido parte de la herencia cultural humana a lo largo de la historia y un recurso para la ciencia de la astronomía. La contaminación lumínica limita nuestra capacidad para observar el universo y comprender mejor nuestro lugar en él. Para remediar esto se han puesto en marcha iniciativas que fomentan el astroturismo.

El astroturismo es una forma de turismo sostenible y responsable que se centra en la observación del cielo, combinando la divulgación científica y actividades de ocio relacionadas con la astronomía. Este tipo de turismo es especialmente beneficioso para áreas con cielos nocturnos oscuros y claros, como las denominadas Reservas Starlight, que deben cumplir con criterios estrictos de calidad del cielo y protección medioambiental. El astroturismo fomenta el empleo de calidad y la diversificación de la oferta turística. Además, contribuye a la revalorización del patrimonio cultural y natural, beneficiando a las comunidades locales. Las actividades que se plantean promueven la conservación del patrimonio cultural, histórico y medioambiental, empoderando a las comunidades locales en su gestión y mantenimiento.

Éste sirve además como una herramienta educativa y de divulgación científica, promoviendo la astronomía y despertando el interés científico, especialmente entre los jóvenes. Iniciativas como la Fundación Starlight buscan promover el astroturismo inclusivo y el desarrollo sostenible en entornos rurales, contribuyendo a la lucha contra la despoblación y fomentando la participación de mujeres y niñas en la ciencia.

Es desde este tipo de iniciativa que se busca premiar a las regiones que mejor gestión hagan de su cielo nocturno. La primera Reserva Starlight se declaró en la isla de La Palma, por su excepcional cuidado de este recurso. En esta misma isla se encuentra el Observatorio de Roque de los Muchachos, uno de los observatorios astronómicos más importantes de España y también del mundo. Desde entonces se han declarado más de 10 de estas reservas por todo el territorio español. Andalucía y Aragón concentran una buena cantidad de ellas, emplazándose otras en parques naturales y nacionales, como el Parque Regional de Gredos en Ávila o el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, en Lleida.

Sin embargo existen otras regiones con cielos también muy oscuros pero que no han recibido ninguna distinción. Esto puede deberse simplemente a que no hay en la zona núcleos de población suficientemente grandes como para realizar ese tipo de desarrollo y gestión. España es un país bastante grande (para los estándares europeos al menos), pero que no cuenta con tanta población como otros. Además, la población española se concentra principalmente en Madrid o en la costa, lo que ha provocado que las regiones interiores del país, que rodean a la capital, estén especialmente poco pobladas. Esto es lo que se conoce como la España vaciada. Aunque esto tenga algunas consecuencias negativas para el desarrollo de dichas regiones, significa también que estas zonas tendrán cielos más oscuros, por el hecho de que mucha menos gente habita allí. De esta forma podemos encontrar algunos lugares que, sin tener reconocimiento oficial, podrían ser los lugares más oscuros de España.

La más grande de estas regiones sería la situada en la línea recta que uniría Valencia y Burgos. Esta región apenas concentra núcleos urbanos grandes. Especialmente al norte de Cuenca, en la zona de la Serranía de Cuenca y los alrededores de Molina de Aragón, se pueden disfrutar de unos cielos excepcionales. Si decides visitar estos parajes, hazlo con el más absoluto respeto por el medio rural. En el punto medio entre Madrid y Badajoz, especialmente alrededor del pantano de Cijara también podemos encontrar una zona con cielos oscuros y muy baja contaminación lumínica. Este pantano se sitúa en Extremadura, a apenas unos kilómetros de La Mancha. El Parque Nacional de Caballeros se encuentra también en las cercanías y puede ser un lugar perfecto para disfrutar de la naturaleza, por el día y por la noche. 

También el Parque natural del Lago de Sanabria y Sierras Segundera y de Porto, al noroeste de Zamora o el Parque natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, en Jaen, son lugares donde combinar naturaleza y un cielo nocturno sin igual. Como ya hemos dicho, es importante planificar la visita a estos parajes desde el máximo respeto a la naturaleza y al entorno rural de nuestro país.

Referencias:

  • Fundación Starlight: https://www.fundacionstarlight.org/

Keith T. Smith et al, Losing the darkness, Science, 2023, Vol 380, Issue 6650, DOI: 10.1126/science.adi4552
  • Longcore, Travis; Rodríguez, Airam (12 de junio de 2018). «Rapid assessment of lamp spectrum to quantify ecological effects of light at night.». Journal of Experimental zoology. Part A, Ecological and Integrative Physiology 329 (8-0): 511-521. doi:10.1002/jez.2184
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