En cuanto a los lácteos, los arqueólogos saben desde hace tiempo que la leche o sus derivados eran una parte importante de la dieta británica del Neolítico y es que la cerámica de la época conserva evidencias de ello. Más complicado es encontrar pruebas del consumo de plantas, no porque no estuvieran presentes en los platos de las gentes de la época, sino porque los rastros son más difíciles de detectar tras todos los años que han pasado.

El equipo de investigadores, liderado por el profesor Simon Hammann, de la Friedrich-Alexander-Universität, sometió los fragmentos de cerámica a cromatografía de gases y espectrometría de masas de alta resolución para ver si encontraban pruebas de cereales. Las pruebas muestran la presencia de moléculas distintivas del trigo y la ausencia de moléculas asociadas a la cebada. Los autores dicen que estamos ante la primera evidencia de procesamiento de cereales en vasijas en un lugar que no sea Turquía.

Hasta ahora casi no había pruebas de que se cultivara trigo en las islas escocesas de la época. De hecho, este cereal se plantó por primera vez en Oriente Medio, en un clima muy distinto del escocés y, aunque 4 000 años de cultivo selectivo seguro que dieron lugar a cepas resistentes a un clima bastante más frío y húmedo que el de Oriente Medio, todo tiene un límite. Por si fuera poco, en esos tiempos el consumo de trigo estaba asociado a los ricos, pues su producción era menor en comparación la avena y la cebada.

Las trazas de trigo se han podido detectar porque el cereal se cocinaba en las ollas cuyos fragmentos se han analizado. Esto sugiere que las gentes del Neolítico tomaban el cereal a modo de gachas o porridge, no en crudo con leche. También puede ser que además lo ingirieran de otra forma, pero las trazas, por el momento, no se han podido detectar.

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Los 59 fragmentos cerámicos empleados en el estudio proceden de crannongs, que eran islas fortificadas que los prehistóricos construían de manera artificial, con cimientos de madera, en ríos y lagos en Escocia, Gales en Irlanda. Se cree que la cerámica tiene unos 5 600 – 5 300 años de antigüedad. Se correspondería con los crannongs más antiguos, unos siglos más tarde de la llegada a Gran Bretaña de tecnologías del Neolítico como la alfarería, la agricultura y la domesticación de los animales. Dieciséis de los cincuenta y nueve fragmentos conservaban moléculas distintivas de cereales, acompañadas en ocho casos de grasa láctea. Otros presentaban moléculas vegetales de origen incierto, que los autores sugieren que podrían ser frutos secos.

Los fragmentos cerámicos se encontraron en el barro de los lagos. Probablemente acabaron allí poco tiempo después de su uso. El entorno con poco oxígeno contribuyó a la conservación de los residuos vegetales en sus superficies, aunque las moléculas se encontraron a menudo en concentraciones de apenas unas partes por billón.

 

Referencia: Hammann, S., Bishop, R.R., Copper, M. et al. 2022. Neolithic culinary traditions revealed by cereal, milk and meat lipids in pottery from Scottish crannogs. Nature Communications. DOI: https://doi.org/10.1038/s41467-022-32286-0

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