Por supuesto todo esto nos habla de la cultura y sucesos históricos que rodean a esta lluvia de estrellas, pero no del auténtico origen astrofísico del suceso en cuestión. Este origen no es ni divino ni tiene nada que ver con la constelación de Perseo ni con ninguna de las estrellas que lo forman, sino que se sitúa en el cometa Swift-Tuttle. Este cometa fue descubierto en 1862 durante un acercamiento a la Tierra, por parte de los astrónomos Lewis Swift y Horace Parnell Tuttle. Durante este acercamiento el cometa llegó a ser tan brillante como la estrella Polar. Se predijo a partir de las observaciones y mediciones de 1862 que regresaría por el interior del sistema solar entre los años 1979 y 1983, pero no fue así. El cometa acabó regresando en 1992, con lo que fue identificado definitivamente como el cometa protagonista de algunas observaciones históricas, como las que se hicieron en China en el año 188. En su acercamiento de 1992 no fue visible a simple vista, pues no llegó a situarse a menos de unos 170 millones de kilómetros de la Tierra, mayor distancia que la que nos separa del Sol. Sin embargo, este acercamiento fue suficiente para provocar, al año siguiente, un aumento considerable en la actividad de la lluvia de estrellas de las Perseidas, que alcanzaron el ritmo de 300 bólidos a la hora.

Ahora sabemos, por observaciones posteriores al acercamiento de 1992, que el cometa tiene unos 26 kilómetros de diámetro y tarda unos 133 años en completar una órbita completa alrededor del Sol. Esta órbita es además altamente elíptica, lo que significa que la diferencia entre el punto más cercano de su órbita, el perihelio, y el punto más alejado, el afelio, es considerable. Durante el perihelio, Swift-Tuttle llega a situarse apenas más cerca que la Tierra del Sol, a unos 144 millones de kilómetros de la estrella. Durante el afelio sin embargo, el cometa puede alcanzar una distancia de más de 51 veces la distancia que separa Tierra y Sol, situándose entonces más allá de Neptuno e incluso de las partes más alejadas de la órbita de Plutón. Además, el cometa se encuentra en una resonancia de 1:11 con Júpiter, por lo que completa una órbita alrededor del Sol por cada 11 órbitas del gigante gaseoso.

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