Entre sus inacabables conversaciones estaban los experimentos de galvanismo y la posible reanimación de la materia muerta, siguiendo el hilo de pensamiento que había dejado escrito en un poema de 1802 el médico Erasmus Darwin, abuelo del famoso biólogo y naturalista. La lectura de historias alemanas de fantasmas, un sueño especialmente aterrador donde Mary vio a un hombre que daba la vida “al horrible fantasma de un hombre extendido” y el reto de Lord Byron a sus compañeros de charla de escribir un relato corto de terror, hizo que la joven inglesa pergeñara en unas pocas cuartillas la que acabaría convirtiéndose en la más famosa novela de horror gótico, Frankenstein, que publicó en 1818 forma de libro con su nombre de casada, Mary Shelley.

La idea de que la electricidad podía ser la causa de la vida nace en 1786, cuando un italiano de nombre Luigi Galvani se divertía realizando experimentos en su laboratorio. Un día observó que una pata de rana diseccionada se contraía cuando se la colocaba cerca de un generador electrostático. Galvani, intrigado, continuó investigando este fenómeno tan sorprendente. A su nuevo vástago lo bautizó con el nombre de electricidad animal, que más tarde se conocería como galvanismo.

Referencias:

Wood, G. (2014), Tambora: the eruption that changed the world, Princeton University Press

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