En 2022, unos 274 millones de personas en 63 países del mundo necesitarán protección y asistencia humanitaria.

En 2021, la cantidad de seres humanos que vivía en situación ruinosa en el planeta al concluir el año ascendía a 235 millones, un 16,5 por ciento menos que la proyectada para este año.

Las cifras fueron reveladas el viernes último por la Oficina de la Organización de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha); lo hizo con motivo de la conmemoración del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria.

La fecha fue instituida en 2008 por la Asamblea General de la ONU para guardar en la memoria el atentado terrorista perpetrado el 19 de agosto de 2003 contra el hotel Canal de Bagdad, colindante con la sede de la ONU en la capital de Irak. El ataque con explosivos se cobró la vida de 22 personas, entre ellas la del enviado de la institución supraestatal, Sergio Vieira de Mello.

La trayectoria diplomática del emisario brasileño asesinado en aquel golpe criminal y aspectos de su vida privada inspiraron la película Sergio, estrenada en 2020 por la plataforma de streaming Netflix.

Devastación

El informe de la Ocha citado destaca además que “las economías y los medios de vida han quedado devastados por la pandemia de Covid-19″, calamidad a la que suma los estragos provocados por el deterioro del clima, la guerra entre Rusia y Ucrania en el este de Europa (a partir de febrero último) y los conflictos bélicos permanentes en Sudán, Yemen, Afganistán, Siria y Etiopía.

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También, la desolación causada por los combates sostenidos por Israel y Palestina, la lucha continua entre bandas armadas en Haití (asolada por sucesivas crisis políticas y desastres naturales), y los enfrentamientos violentos de gran magnitud en Myanmar que se desataron tras la sublevación militar y el golpe de Estado de 2021.

La lista de desgracias incluye, además, una serie de hostilidades entre países africanos y organizaciones terroristas que promueven la “guerra santa” en nombre de Alá.

Por caso, extremistas islámicos atacaron el viernes último el lujoso hotel Hayat en Mogadiscio, capital de Somalia y se enfrentaron a tiros con fuerzas de seguridad. Veinte personas murieron y otras 40 resultaron heridas en el cruento asalto.

Yihadistas de distintas organizaciones mantienen la mecha encendida en zonas del Sahel (en el norte de África). Su presencia también se registra al norte de Malí, Níger y en las áreas rurales de Burkina Faso. Otros focos candentes se localizan en Mozambique y en el Congo.

Resulta ocioso aclarar que el combo de estragos provoca desplazamientos forzosos en muchos puntos del planeta, profundiza la crisis alimentaria y compromete en extremo la seguridad física y sanitaria de millones de civiles en todo el orbe.

A propósito, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) informó que el número de refugiados y de desplazados internos en el mundo superó los 100 millones de personas en junio. La cifra es récord desde que se lleva registro de la problemática de los desterrados; en 2021, el balance anual arrojó como resultado la suma de 89,3 millones de personas en esa condición.

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AP /Petr David Josek
AP /Petr David Josek

Causas de la emergencia

“Si en 2021 buena parte de los proyectos de emergencia y ayuda humanitaria tuvieron que ver con el coronavirus, en 2022 son los conflictos armados, el hambre y las catástrofes derivadas del maltrato al planeta los que motivan el mayor número de intervenciones de emergencia con ayuda humanitaria”, resumió el estado de situación Adelia Gonzáles, dirigente de Manos Unidas, según un despacho de Europa Press.

Esta organización no gubernamental española que integra a fieles de la iglesia católica y a voluntarios con el propósito de ayudar en la promoción y el desarrollo a personas y familias de países empobrecidos, lleva adelante 30 programas de emergencia y de ayuda humanitaria por alrededor de 1,3 millones de dólares.

Gonzáles precisó que los principales colectivos receptores de la ayuda son los desplazados forzosos a causa de conflictos armados, seguidos por los afectados por cataclismos naturales relacionados con el calentamiento global y el cambio climático.

De los 274 millones de personas en 63 países que necesitarán protección y asistencia humanitaria este año, Naciones Unidas, Manos Unidas y otras organizaciones no gubernamentales asociadas pretenden llegar con ayuda a unos 183 millones de desamparados.

El presupuesto requerido por la oficina especializada de la ONU en esos asuntos para concretar los programas de 2022 asciende a uno 41 mil millones de dólares. No obstante, las partidas ejecutadas hasta el momento por la organización no llegan a un tercio de ese monto.

Latinoamérica y el Caribe, la región más desigual del planeta

Un vistazo al Panorama Humanitario Global 2022 elaborado por la Ocha muestra que Latinoamérica y el Caribe es la región más desigual del mundo en términos económicos y la segunda más propensa a los desastres naturales.

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El informe muestra que la pandemia de Covid-19 agravó el cuadro general y si bien la región sólo alberga al 8,4 por ciento de la población mundial resultó la más afectada del planeta: registró el 18,5 por ciento de todos los casos mundiales de coronavirus y el 30,3 por ciento de las muertes globales a causa de la infección.

Además, la comarca anotó en el último quinquenio el mayor número de desastres repentinos y tempestades en cinco décadas, batiendo récords en 2020.

En consecuencia, el crecimiento de las necesidades demandó más ayuda humanitaria en la región que tiene a Colombia al tope de la tabla de países latinoamericanos que reciben más cantidad de ayuda básica de la ONU, con 7,7 millones de beneficiarios. Le siguen Venezuela, con siete millones; Haití, con 4,9 millones; Guatemala, con 3,8 millones; Honduras, con 2,8 millones, y El Salvador, con 1,7 millones.

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