Todo comenzó en Hydesville, un pequeño pueblecito al norte del estado de Nueva York. En una humilde granja cercana al pueblo vivían cuatro miembros de la familia Fox: el matrimonio John y Margaret y sus dos hijas más pequeñas, Maggie de 9 años y Katie de 7. El matrimonio tenía también un hijo, David, casado y cuya hacienda estaba a unos tres kilómetros, y otra hija, Leah, ya en la treintena y vecina de la cercana ciudad de Rochester, donde vivía con su hija Lizzie, de la misma edad de Maggie.

El hogar de los Fox era una sencilla casa de madera de dos plantas: la familia hacía su vida en la habitación de abajo, mientras que el piso superior era el dormitorio, amueblado con dos camas. Era allí donde, desde principios de diciembre de 1847, se escuchaban unos extraños ruidos. Desde entonces era parte de su vida cotidiana escuchar un concierto de sonidos cada vez que las pequeñas se metían en la cama. Pero el 31 de marzo todo cambió. Esa tarde Katie gritó en el dormitorio: “Oye tú, Splitfoot, haz lo que yo hago”. Dando palmadas la niña decía: “Vamos a ver, cuenta: uno, dos, tres”. Los extraños golpes sonaron una, dos, tres veces. La madre, entre asombrada y asustada, interpeló a los misteriosos ruidos: “¿Eres acaso un espíritu? Si es así da tres golpes”. Al momento se escucharon tres golpes fuertes y claros. Acababa de nacer el espiritismo moderno.

No hace falta decir que las niñas eran el verdadero fantasma. Todo había comenzado tiempo atrás, cuando Katie y Maggie quisieron asustar a su sobrina -y amiga de juegos- Lizzie. Según el periodista del The New York Herald Reuben B. Davenport, que entrevistó a las hermanas Fox décadas más tarde “la invención se debió a Katie, la más pequeña… Cuando las chiquillas descubrieron que podían hacer esos ruidos estando metidas en la cama y teniendo las manos a la vista de todos, se llenaron de regocijo…, sobre todo cuando notaron que, apoyando los pies en el respaldo de la cama de madera, los ruidos eran más fuertes, sirviendo las tablas como cajas de resonancia”.

Mirá También:  Mosquitos de hace 130 millones de años revelan una sorprendente diferencia con los actuales
Deja un comentario

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *