Tres de los más completos y recientes metaanálisis (de 2015, 2018 y 2020) ponen de relieve los métodos de investigación empleados hasta el momento.

Varios de los experimentos que vinculan videojuegos violentos y agresividad consisten en evaluar el desempeño de los jugadores dentro del juego, para realizarles después una encuesta que registra la presencia o ausencia de respuestas asociadas a la agresividad.

En otras ocasiones, se analiza qué juguetes eligen distintos grupos de niños que previamente se han separado para jugar a videojuegos, tanto violentos como no violentos. Los niños que han jugado a videojuegos de disparos, eligen con más probabilidad las pistolas como juguete.

El problema es que medir la agresividad es muy difícil. ¿Rellenar una encuesta con más indicadores de agresividad es un buen predictor de agresividad real? ¿Dispararán más fácilmente en la calle quienes juegan mucho a disparar virtualmente?

Según dos de los tres metaanálisis, las respuestas a las dos preguntas anteriores serían no y no. Los videojuegos violentos tienen, según los estudios más completos, un impacto mínimo en el comportamiento de los jugadores fuera de la pantalla, y no permiten hablar de que haya vínculos entre jugar a juegos violentos y ser más agresivo.

La investigación de A. Drummond va más allá, afirmando que los estudios de mejor calidad tienen una menor probabilidad de encontrar pruebas que relacionen causalmente la violencia de los juegos con la violencia real.

Lo que sí está bien claro es que el debate académico queda lejos de haber concluido.

 

Referencias:

Tear, M. J. et al. 2013. Failure to demonstrate that playing violent video games diminishes prosocial behavior. PLOS ONE. Vol. 8 (7), 1-7.

Mirá También:  El gran tiburón blanco habría llevado al megalodón a la extinción

Prescott, Anna T. et al. 2001. Metaanalysis of the relationship between violent video game play and physical aggression over time». Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America. 115 (40): 9882–9888. DOI: 10.1073/pnas.1611617114

Smith, S. et al. 2018. A longitudinal analysis of shooter games and their relationship with conduct disorder and cself-reported delinquency. International Journal of Law and Psychiatry. 58: 48–53. DOI: 10.1016/j.ijlp.2018.02.008

Drummond, A. 2020. Do longitudinal studies support long-term relationships between aggressive game play and youth aggressive behaviour? A meta-analytic examination. Royal Society Open Science 7 (7) DOI:10.1098/rsos.200373

Deja un comentario

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *