Historiadores y editores vinculados a la industria editorial coinciden en que las restricciones por el coronavirus profundizarán la crisis que el sector viene atravesando desde hace varios años -en especial a algunos eslabones más dábiles de la cadena como el de los libreros- en tanto difieren respecto a si el contexto actual alentará la formacián de nuevos lectores.

«Creo que esta pandemia profundizará la crisis del sector, comenzando por un hecho puntual pero no menor en la Argentina: no tendremos la Feria del Libro de Buenos Aires, que siempre es un estámulo para hacer visibles los libros. Ese espacio es fundamental especialmente para aquellos a los que solemos definir como ‘lectores casuales’, o si queremos utilizar el concepto de Joelle Bahloul, para los ‘pocos lectores'» señala Leandro de Sagastizábal, profesor de Historia, ex director de la carrera de Edición de la UBA y ex presidente de la Conabip.

«También afectará y mucho a las librerías y desde ya los planes editoriales, sin olvidar el impacto que producirá en los niveles de empleo en la actividad. Hay que destacar que la lectura es una actividad y también un deseo que requiere un ejercicio sostenido en el tiempo y, que se construye, no es algo natural. Tampoco nace de un encierro en tu casa o de una mera y esporádica provisión masiva de libros», dijo a Télam.

Para De Sagastizábal «estos dos elementos no hacen nacer nuevos lectores, es un camino mucho más complejo. Si no, en los últimos años, en los que el sector editorial ya estaba atravesando la crisis y las dificultades de comprar un libro se acentuaron, las bibliotecas hubieran estado abarrotadas de personas».

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«De cualquier manera estoy viendo algunas acciones positivas desde organismos públicos y privados. Y también es importante en este situación de crisis donde no tenemos inmunidad ante un virus hasta ahora desconocido, saber que nuestro gen más profundo y sólido está en ser un paás que hizo de la lectura una parte esencial de su identidad», analiza.

Por su parte José Luis De Diego, doctor en Letras, especialista en temas de la historia intelectual, poláticas editoriales y mercado del libro, destaca que «es muy probable que las circunstancias excepcionales que estamos viviendo, y la cuarentena forzada, despierten en algunos el hábito de la lectura, como una oportunidad de leer aquel libro siempre postergado, o de incorporar temas o géneros nuevos a las prácticas habituales de lectura. No sé si en cuarentena se lee más, sí sé que se puede leer más, y es una ocasión que no habría que desperdiciar».

«En esa dirección hay varias editoriales que liberaron contenidos para leer por la web; ignoro qué repercusión han tenido. En cualquier caso, estamos hablando de textos en diversos soportes; distinto es el caso del libro en papel. A la crisis del sector editorial que preexistía a la pandemia, habrá que añadir el duro golpe de las librerías cerradas por un tiempo indeterminado. En ese sentido, es indudable que el impacto será muy negativo, y de consecuencias seguramente graves, que por el momento no podemos evaluar», señala.

En tanto Oche Califa, director Institucional y Cultural de la Fundación El Libro, y organizador de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires asegura que «es indudable que será un golpe enorme para una industria cuyo corazón es la edición en papel y su canal mayoritario, la librería. Y en la medida de que no se me pide una hipótesis ni una profecía sino una mera suposición, no creo en un significativo cambio de conducta social. Eso sí, seguro que quienes son lectores lo están aprovechando muy bien, con ayuda de su propia biblioteca y de Internet, y los que no lo son, tal vez tomen ocasionalmente un libro».

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