A fines del siglo pasado, una película filmada con recursos artesanales se transformó en la inversión más rentable en la historia del cine: por cada dólar gastado, el éxito de taquilla devolvió 10 mil.

El proyecto de la bruja de Blair comienza anunciando la desaparición de tres jóvenes documentalistas en los bosques de Maryland en 1994 y se presenta como las escenas que dejaron atrás”, explicaba en 1999 The New York Times. Con el mito ingeniosamente fabricado de esas rústicas cintas perdidas, un par de cineastas aficionados crearon un clásico del terror.

En uno de sus momentos más dramáticos, la joven protagonista, encerrada en su carpa en medio de la noche y desbordada por el pánico, enciende su cámara y mira la lente como a un espejo. Llorando, balbucea una frase terrible: “Tengo miedo de cerrar los ojos y tengo miedo de abrirlos”.

Así andan los mercados de todo tipo y tamaño en la Argentina del cuarto kirchnerismo. De a ratos desvarían por la incertidumbre que genera Alberto Fernández; de a ratos, por las certezas que recuerdan de Cristina Kirchner.

Comparaciones en el espejo

El encuestador Lucas Romero intentó resumirlo con una reflexión escueta: “Cómo habremos hecho mal las cosas los argentinos que nos llegan las crisis y nos preguntamos: ¿a cuál se parece esta?”

Un esfuerzo comparativo de esa naturaleza es el que ensayó en Córdoba el economista estrella de la Fundación Mediterránea, Carlos Melconian.

Este imagina tres etapas en el futuro del oficialismo. La primera es ardua, por la conflictividad social: los 270 días hasta el final del próximo verano. La segunda, de alta intensidad política: los 150 días entre el verano y las Paso. La tercera: la transición de 100 días entre las Paso y el final del mandato.

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La suma temporal de las tres etapas parece una eternidad. Lo es. Por eso el economista de la Mediterránea se apura a desovillar: nos espera una aceleración del deterioro. Explosiva, si la devaluación y la inflación pasan de uno a dos dígitos en cuestión de meses. No explosiva, si lo mismo ocurre en cuestión de años.

Para comparar, como sugiere Romero, Melconian recuerda dos aceleraciones que fueron explosivas: el Rodrigazo, consecuencia natural del plan Gelbard, y el Plan Primavera, cuyo fracaso eyectó del poder a Raúl Alfonsín. Y anota dos aceleraciones no explosivas: la caída de la “tablita” y aquella promesa de Lorenzo Sigaut (“el que apuesta al dólar pierde”) y el derrumbe del Plan Austral, que antes había encumbrado a Alfonsín.

Aunque los indicadores sociales actuales sean muy parecidos a los de la crisis que tumbó a Fernando de la Rúa en el final de la convertibilidad, para Melconian el contexto económico de entonces era muy distinto. Venía de la deflación y el endeudamiento, con un sistema bancario dolarizado.

Explosión o agonía

En el diagnóstico de la Mediterránea, se subraya como escenario más factible una aceleración no explosiva, salvo una crisis institucional como la causada por la muerte de Juan Perón o el vacío de poder al final de Alfonsín. Ese escenario sería una devaluación similar a la que ejecutó Juan Carlos Fábrega para que Cristina pudiera terminar sin sobresaltos su segundo mandato.

Al menos cinco conceptos van y vienen buscando un destino más preciso en ese diagnóstico.

El primero es el de corrida cambiaria. Las disparadas del dólar suelen ser breves y bruscas, pero esta vez el Gobierno permitió que se prolongue. Como si buscara que el valor del paralelo se escape para devaluar luego el oficial sin el impacto de la novedad. ¿Será eso el “dólar agro”?

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El segundo concepto es el de hiperinflación. Melconian estima que el índice de precios tendrá un aumento anual del 90%. Para el bolsillo común, es una híper. Si va en cámara lenta, dice la Mediterránea, tal vez no.

El cuarto concepto es el de crisis financiera. Según Financial Times, Argentina se limita a imprimir pesos para financiarse por un equivalente a 5.800 millones de dólares durante el año. Ya imprimió casi todo eso en el primer semestre. El diario londinense estima que hay una deuda en pesos equivalente a 6.800 millones de dólares, que vence en septiembre.

El quinto concepto es el de crisis política y deriva institucional. La disputa entre Alberto y Cristina hundió al país. Pero la beligerancia cristinista no cede. Ahora propone armar grupos de choque contra empresas y productores.

Lo describió con ironía el consultor político de Juntos para el Cambio, Guillermo Raffo: “Ese núcleo duro quiere pasar a la clandestinidad sin soltar sus cargos en el Estado. Postula que lo tuyo (la propiedad privada) es de todos y que el Estado (que es de todos) es de ellos”.

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