“Me pareció encantador, seductor, era haber encontrado al príncipe azul, pero al tercer día de la relación me dio la primera paliza y me mostró toda su maldad”. La que habla es Vanessa Rial, la mujer de La Plata que sufrió un calvario por los tormentos a los que la sometía Jorge Cristian “El Conde” Martínez Poch. El DJ fue condenado a 37 años de prisión por haber secuestrado, drogado y violado a su novia, en un fallo en el que se aplicó la ley de violencia de género y fue calificado de “ejemplar”.

A poco de cumplirse seis años del fallo, Rial contó detalles de cómo conoció a Poch y cómo con el correr de los encuentros empezó a conocer toda su maldad. Ella era abogada y él un supuesto ingeniero viudo y con dos hijas, de muy buena posición económica. La misma noche que se conocieron, el hombre la invitó a quedarse en su casa y en ese lugar la sometió a un calvario atroz del que la víctima recién pudo escaparse dos meses después. “Todos los días cuando me despierto agradezco que estoy viva, pero nunca voy a volver a ser la que era”, aseguró.

Su relato es escalofriante. Tal es así que contó que una vez el DJ la tiró de la moto, arrastró por el asfalto y le quebró la muñeca. Además, señaló que Poch la golpeaba  sistemáticamente y, tras cada paliza, la “curaba” con hielo, la lavaba con lavandina y la maquillaba, para disimular las marcas en público. “Me obligaba a beber su orina y a realizar prácticas sexuales aberrantes con una perra”, narró Rial.

En otras oportunidades, el agresor la obligó a tener sexo con sus amigos y llegó a arrancarle con una tenaza las uñas de los dos pies. “Yo quería escapar, siempre quise escapar, pero no tenía voluntad debido al alcohol y las pastillas que me obligaba a tomar”, explicó ella.

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Tras dos meses interminables, el padre de Vanessa empezó a sospechar que algo estaba ocurriendo con su hija luego de varios intentos fallidos de comunicación y la denuncia de dos vecinas que aseguraron que se escuchaban gritos, golpes y discusiones casi todos los días y que sospechaban que había una mujer “encerrada” en la propiedad que ocupaba Martínez Poch. Las dudas derivaron en un allanamiento ordenado por el fiscal del caso, Marcelo Romero. Esa fue la forma en la cual fue rescatada del infierno. “Durante todo el tiempo que estuve secuestrada era una situación de esclavitud y de servidumbre. Todos los días deseaba morir”, reveló en diálogo con TN.com.ar.

A lo largo del juicio, Rial definió a Poch como un perverso, manipulador y psicópata. “Me golpeaba con una remera de la Virgen de Guadalupe, que es la Virgen que más amo”, añadió.

El DJ fue condenado a 37 años de prisión por haber golpeado, drogado y violado a su novia en septiembre de 2013, pero además por haber corrompido y abusado de sus dos hijas cuando eran menores de edad. No obstante, al escuchar la sentencia el DJ se rió y le hizo “fuck you” con su mano izquierda a Rial, tras lo cual tuvieron que retirarlo con custodia de la sala. “Gracias a la sentencia (Martínez Poch) no va a lastimar a ninguna mujer más”, manifestó Vanessa pero aclaró: “Ahora, a mí me arruinó la vida. Es simple”.

Aquel 31 de agosto de 2016, tras conocer el fallo, Rival dijo ante los medios que “fue fallo ejemplar, hoy es el día más feliz de mi vida, hoy voy a empezar a vivir”. Luego corrió para abrazar al presidente del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de La Plata, Juan José Ruiz, para agradecerle la pena impuesta a Martínez Poch.

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El magistrado destacó que en el fallo se tuvieron en cuenta “la ley de violencia de género y la Convención de los Derechos del Niño” y explicó por qué no hizo lugar a la declaración de inimputabilidad pedida por la defensa de Martí­nez Poch. “En el concepto de psicópata, la mayorí­a de los médicos psiquiatras sostiene que son punibles y solo una minorí­a, un 20% sostiene la inimputabilidad”, apuntó.

Además, tras cada hecho, “Martínez Poch realizaba acciones para cubrir su delito y borrar las pruebas, las lavaba (a las víctimas) después de golpearlas y se hacía golpear por sus hijas para que en caso de que sus exparejas lo denunciaran él también tuviera lesiones, es decir entendí­a muy bien lo que hacía y quería de esa forma evitar la Justicia”, aseguró Ruiz.

Por su parte, Rial remarcó que “fue un fallo ejemplar y un precedente”. “Para mí es muy emotivo porque logré justicia y porque esta persona, un personaje, no le va a hacer más mal a nadie”, destacó.

Sin embargo, las marcas físicas y las secuelas psicológicas que le quedaron son un recordatorio permanente del calvario que sufrió a manos de Martínez Poch. “Más allá de las limitaciones que me quedaron, que son muchísimas, todos los días cuando me despierto agradezco que estoy viva”, expresó Rial, que se define a sí misma como una persona resiliente que ya se quedó sin lágrimas y anda por la vida tratando de hacer cosas que la ayuden a sanar su alma.

Para seguir adelante, sostuvo, se convirtieron en pilares su padre, su círculo de amigos y el trabajo, desde donde aporta su granito de arena para ayudar a otras víctimas de la violencia de género. “Estoy agradecida a todos, pero el esfuerzo es mío”, concluyó.

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