De hecho, los huesos de kunga para el presente estudio provienen de un complejo funerario principesco en Tell Umm el-Marra, al norte de Siria, que data de alrededor de la Edad de Bronce, entre 3000 a. C. y 2000 a. C. Se piensa que este enclave son las ruinas de la antigua ciudad de Tuba, que es mencionada en las inscripciones egipcias.

Jill Weber es arqueóloga en la Universidad de Pensilvania y coautora de la publicación. Fue una de las personas responsables de excavar los huesos, hace unos 10 años. Weber ya había propuesto que los animales de Tell Umm el-Marra eran kungas, porque sus dientes tenían marcas de arneses y patrones de desgaste que mostraban que habían sido alimentados a propósito, en lugar de dejarlos pastar como burros normales.

Los kungas podían correr más rápido que los caballos, por lo que la práctica de usarlos para tirar de los carros de guerra probablemente continuó después de la introducción de los caballos domésticos en Mesopotamia, sostiene Weber.

Y, después de tanto auge, los últimos kungas murieron y no se criaron más burros y asnos salvajes, probablemente porque los caballos domesticados eran más fáciles de criar, dice Geigl. De portar dioses a quedar enterrado para siempre.

 

El artículo se titula The genetic identity of the earliest human-made hybrid animals, the kungas of Syro-Mesopotamia y se publicó el 14 de enero en Science Advance.

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