¿Cómo hemos podido averiguar que existe ese océano bajo una capa de hielo de varios kilómetros de grosor? Gracias a una de las mediciones más importantes realizadas por la misión Galileo, que mostró un tipo especial de campo magnético dentro de Europa. Esto solo podía ser debido a la existencia de algún fluido conductor de electricidad debajo de la superficie. Y sabiendo que hay hielo en la superficie no es raro que se tenga una sospecha más que convincente de lo que puede haber debajo, agua salada.

Esta hipótesis se ha visto confirmada por el descubrimiento de géiseres en su superficie, que se vieron por primera vez en 2015. Hasta la fecha se han encontrado siete en la superficie del satélite, capaces de enviar sus chorros a 200 km de altura. Aunque desconocemos su composición, todos apuestan a que en su mayor parte debe ser agua proveniente del océano oculto tras el hielo. Un apoyo observacional a esta idea lo tuvimos en noviembre de 2019, cuando desde los equipos del Observatorio Keck en Hawai se detectó por primera vez vapor de agua sobre la superficie de Europa.

Lo curioso es que gracias a estos géiseres una sonda espacial podría recoger muestras de ese océano sin necesidad de aterrizar en el satélite. De hecho, la maniobra de recoger agua ejectada ya ha sido probada con éxito: la sonda Cassini lo hizo con la luna de Saturno Encélado, que también tiene un océano que se ‘proyecta’ hacia el espacio.

Pero la pregunta del millón es si ese mar salado podría acoger algún tipo de vida. Como bien sabemos, tres son los prerrequisitos básicos para ello: agua líquida, elementos químicos apropiados y una fuente de energía. Los astrobiólogos están razonablemente convencidos de que se cumplen dos de los tres: el agua y la química básica. De lo que ya no están tan seguros es de que haya una fuente de energía bajo el gruesa capa de hielo. Al igual que en la Tierra, podrían existir volcanes subterráneos, fumarolas… en los que podrían prosperar formas de vida extremófilas. Si el océano de Europa existe, el calentamiento por las fuerzas de marea de Júpiter podría provocar actividad volcánica o hidrotermal en el fondo marino, proporcionando nutrientes que harían del océano un lugar adecuado para los seres vivos. Pero esto no deja de ser de pura especulación, aunque el descubrimiento de los géiseres sea una indicación de que existe cierta actividad hidrotermal en el fondo del océano.

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Las próximas misiones a Júpiter quizá resuelva el misterio, pero por ahora quedémonos con este curioso dato: en esencia, la estructura de Europa es similar a la de la Tierra pues tiene un núcleo de hierro, un manto rocoso y un océano de agua salada.

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