La misma CIA tuvo que concluir, en un informe de 1961 (publicado en 1993) que no existe ese brebaje mágico popularmente conocido como suero de la verdad, tan famoso en el cine y la literatura. Ni siquiera los mejores candidatos, los barbitúricos, logran su objetivo. Al deprimir el sistema nervioso central y entorpecer la cognición, pueden hacer más vulnerables a las personas y reducir sus mecanismos psicológicos de defensa, pero -indica el informe- “incluso en las mejores condiciones, provocarán un resultado contaminado por el engaño, la fantasía, el habla confusa, etc.”.

Al margen de su invalidez científica y la ausencia casi completa de estudios experimentales controlados, actualmente el uso de drogas con fines interrogatorios se considera tortura en varios países, y entra en conflicto con el derecho a no testificar contra uno mismo, que recogen algunas legislaciones.  

De modo que la pregunta que nos hacíamos al principio debe contestarse con un sí y un no. Sí, existen sustancias que han sido utilizadas (la mayoría bajo el amparo de programas gubernamentales ilegales y secretos) con el fin de extraer información contra la voluntad de los sospechosos. Instituciones de varios países han recocido haber utilizado drogas en ese contexto. Pero no, ninguna droga ha demostrado ser eficaz en ese sentido.

El suero de la verdad tiene mucho de mentira.  

 

Referencias:

Bimmerle, G. 1993. Truth Drugs in Interrogation. CIA Historical Review Program.

House, R. E. 1931. The use of scopolamine in criminology. Am. J. Police Sci., 2, 328.

McCoy, A. W. 2007. Science in Dachaus shadow: HEBB, Beecher, and the development of CIA psychological torture and modern medical ethics. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 43(4), 401.

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Passie, T. et al. 2018. MDA, MDMA, and other “mescaline‐like” substances in the US military’s search for a truth drug (1940s to 1960s). Drug testing and analysis, 10(1), 72-80.

Winter, A. 2005. The making of » truth serum». Bulletin of the History of Medicine, 500-533.

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