Tras un proceso riguroso y escalonado, el jurado de preselección del Mundial de Escritura que lanzó el escritor Santiago Llach en los primeros días de la cuarentena eligió a los diez textos finalistas sobre un total de 235 presentados y el próximo 30 de abril dará a conocer al equipo ganador: centrados en tópicos ligados al aislamiento aunque también ligados a los grandes temas de la literatura, los trabajos finalistas fueron escritos por mujeres, cuentan con una importante representación de los sub 20 y se publicarán en una antología.

«Entre 235 textos recibidos, el tuyo fue seleccionado para estar entre los diez finalistas. ¡Felicitaciones!», fue el mensaje que recibió cada uno de los finalistas del Mundial de Escritura, tras quince días de escribir 3 mil caracteres para cumplir con la meta de la competencia de la que participaron 2250 personas de todo el mundo. 

Como toda selección de textos, la de los finalistas del Mundial de Escritura tiene una dosis de arbitrariedad inevitable, pero el «algoritmo» con el que se eligieron los 10 textos entre los 28.000 que se escribieron durante los quince días de encierro es bastante justo. Hasta el momento, hubo tres procesos de selección: el de los pares, el de un jurado notable de preselección de escritores, editores y periodistas culturales; y, por último, el de los editores Raquel San Martín y Fermín Huisman y la productora ejecutiva del Mundial, Catalina Lascano.

La cuarta y última instancia de selección se definirá al combinar el porcentaje de cumplimiento que haya tenido el grupo del seleccionado, la votación de los lectores en las redes y la elección de un jurado internacional integrado por el escritor chileno Alejandro Zambra, el poeta costarricense Luis Chaves y la cronista argentina Leila Guerriero. 

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El aislamiento fue el puntapié de muchas de las historias: parejas o familias en tensión, citas clandestinas, sexo virtual, el paseo al súper o el trabajo esencial como una experiencia distópica. «Escribir para tratar de entender o de procesar algo que nos pasa es muy frecuente, pero más allá de eso está claro que un encierro general forzado y un virus acechante ahí afuera arman una situación literaria muy atractiva», advierte San Martín, integrante del jurado. Sobre el proceso de elección de los diez textos, la editora acepta que se trata de un proceso arbitrario pero describe la línea que guió su decisión: «Traté de identificar una voz que pueda crear un universo verosímil, que muestre más de lo que explique y que no se esfuerce por escribir literariamente, sino que suene auténtica».

Para Llach, quien desde hace años practica la gimnasia del Mundial con los alumnos de sus talleres de escritura, la restricción a los textos finalistas de un mínimo de 3000 caracteres y un máximo de 4500, determina una suerte de género. El «género 3000 caracteres» consiste un texto breve, de una página y media, por lo general en prosa, que puede funcionar como síntesis de algo mayor, como texto unitario o como un fragmento de textos de extensión similar que reunidos armen un relato o novela. «Es el formato del género ´taller de escritura´, sobre el que escribió Fabián Casas. Hay algo en ese formato breve, en ese horizonte que son los 3000 caracteres, que funciona en esta época de distracción», explica el creador del certamen. 

La selección es un recorte, entonces, pero es posible ver algunos síntomas de la época que repercuten en la escritura.

Inevitablemente, porque el Mundial se escribió en paralelo con el comienzo del aislamiento social, muchos de los textos están atravesados por la cuarentena y la pandemia. Esta experiencia de escritura en caliente seguramente será el germen de algunos de los muchos relatos que habrá sobre el tema»

Santiago Llach

Por otra parte, para los adolescentes y los veinteañeros que participaron del Mundial, la pandemia será una experiencia clave de su ingreso a la adultez, serán quienes puedan contar el antes y el después de los modos de vivir pre y post pandemia. La humanidad se contará este cuento una y otra vez durante muchos años. «Por lo menos tres de las finalistas tienen alrededor de veinte años o menos. Y siento que en este Mundial pueden haberse originado relatos con esa marca generacional», analiza sobre el semillero de escritores que llegaron a la última instancia. 

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Como cualquier otro momento histórico, esta es también la mejor y la peor de las épocas y los tópicos de siempre de la literatura están presentes: la fuerza del despertar sexual y la posibilidad de la reproducción; el malentendido amoroso; la figura de la madre y el padre, fuentes de tantas inquisiciones literarias; la muerte y el dolor y la pérdida del sentido que provocan; los roles en las relaciones, los maltratos, las incomprensiones y las redenciones; los combates interiores, familiares, laborales.

Huisman, otro de los integrantes del jurado, repara en la  producción de esos textos: «Hay algo de la dinámica del Mundial, que es la escritura diaria, a veces frenética, a veces obligada, algo del escribir y ya publicar que produce textos que más bien son obras en progreso. La mayoría, diría, son grandes cuentos potenciales. Lo más hermoso es la variedad de esos mundos». Encuentra, además, que la marca del encierro y el aislamiento más evidente es el deseo de escribir y compartir.

A la productora ejecutiva del certamen e integrante del jurado, Catalina Lascano, la sorprendió la variedad de géneros y las infinitas maneras de narrar los tópicos pandémicos. «Me llamó la atención la preferencia de muchos por lo fantástico y lo paranormal, tal vez puede pensarse como una suerte de respuesta a la realidad». Considera que parte de la experiencia quedará plasmada en la instancia de la publicación: «Hay textos muy buenos que no entraron en los diez finalistas pero serán considerados para la antología que va a publicar la editorial Tenemos las Máquinas».

Que las diez finalistas sean mujeres es otro dato que puede ser casualidad o reflejo del clima de época. «No soy yo el que tiene que determinarlo, pero es uno de los resultados de la gran catarsis que fue esta competencia de escritura», dice Llach, convencido de que en definitiva los lectores serán el gran jurado de la iniciativa.

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