Los océanos son el misterio de misterios de nuestro planeta. Aunque en su interior se encuentra el 99% del total de la biosfera, solo conocemos un escaso 5%. En el año 2000 se lanzó un ambicioso programa internacional que durante una década pretendía arrojar luz sobre la diversidad, distribución y abundancia de la vida hasta los 5000 metros de profundidad. El programa se bautizó con el nombre de Censo de la Vida Marina, e involucró a 2.700 científicos de más de 80 países. Fue un estudio sin precedentes en la historia, en el que se realizaron 540 expediciones con un gasto de 560 millones de dólares, y que descubrió seres y fenómenos antes desconocidos, como una nueva especie de un tipo de camarón jurásico (Neoglyphea neocaledonica) que se creía extinta hacía 50 millones de años.

Uno de los más llamativos descubrimientos sucedió en 2002, cuando un equipo de investigadores decidió estudiar uno de los seres más famosos y a la vez más desconocidos del océano: el tiburón blanco. Y descubrió algo realmente soprendente. Todos los años, durante el invierno del hemisferio boreal, los tiburones blancos de la costa americana del Pacífico se reúnen en un misterioso lugar a medio camino entre Hawaii y Baja California. La zona tiene un radio de 250 km y los investigadores la han bautizado socarronamente con el nombre del Café del Tiburón Blanco. Aquello es como un desierto en el agua; no hay nada de interés allí. ¿Entonces por qué van? Nadie tiene ni idea.

Algunos biólogos piensan que tiene que ver con el momento en que se aparean, pues dependiendo del sexo se mueven de una forma y otra: mientras las hembras nadan siguiendo movimientos rectos y predecibles, los machos suben y bajan a lo largo de la columna de agua. ¿Estarán buscando pareja? En 2018 se descubrió que allí, a gran profundidad, existe una cadena alimentaria rica y diversa. ¿Irán los tiburones blancos una vez al año a ponerse las botas? ¿Y para eso viajan de más de 100 días por alta mar, hasta llegar a un lugar en medio de ninguna parte?

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Sea como fuere, cuando termina la reunión los machos regresan a la costa. Lo curioso es que a las hembras se les pierde la pista durante todo un año; quizá se ocultan para dar a luz. Lo siguiente que sabemos es que los recién nacidos aparecen en las aguas que hay frente al sur de California, el área alimentación del tiburón blanco, y allí se quedan hasta que son lo bastante grandes como para reunirse con sus mayores.

Lo misterioso es que no es un comportamiento típico de los tiburones blancos: lo que hacen los del Pacífico norteamericano no lo hacen sus primos australianos, que buscan comida a lo largo de la costa meridional de ese continente sin seguir un patrón de conducta ni juntándose en un ‘Café’. ¿Y los atlánticos? Sobre ellos nuestro desconocimiento es aún mayor. Se sabe que viajan a un lugar en el centro del Océano Atlántico, deambulan por allí y se sumergen a profundidades de hasta 900 metros todos los días, pero no tenemos ni idea de lo que realmente hacen. Cuando se envió un vehículo submarino autónomo para espiarlos por la noche, la filmación mostró que parecían estar descansando. «No me atrevo a decir ‘dormir’ porque es difícil para nosotros determinar si estos tiburones duermen y cuándo lo hacen», comentó uno de los investigadores.

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