Tatián es investigador del Conicet

Tatián es investigador del Conicet

En «Lecturas imaginarias», el escritor y docente Diego Tatián cruza lecturas, datos e imágenes que se congregan en una trama de nuevos sentidos y preguntas acerca de Baruch Spinoza, el gran filósofo del siglo XVII, y lo hace a partir de una combinación de escritores como Peter Handke, Flaubert, Elsa Morante y Clarice Lispector quienes potencian las conjeturas que atraviesan el libro.

Editado por el sello Estructura Mental de las Estrellas, el trabajo propone una relectura del pensador neerlandés a partir de datos que Tatián recupera de ficciones, cartas o menciones de otros autores para alumbrar la posibilidad de pensar la existencia atravesada por la expansión de la alegría, no como un estado permanente sino como una forma de relampaguear lo cotidiano.

El investigador del Conicet reflexionó, en esta charla con Télam, sobre el trabajo que emprendió para su reciente libro en el que vuelve sobre Spinoza, al que define como creador de «una filosofía de la alegría y la felicidad que nace de la experiencia del odio, la persecución y la calumnia».

Télam: La edición del libro da cuenta de su carácter de documento, ¿se gestó como un documento de trabajo?
Diego Tatián: Sí, tiene mucho de cuaderno de trabajo, de anotaciones. La parte gráfica la hizo Leticia Barbeito que trabajó la idea de hacer algo poco formal, amable para el lector, un libro que den ganas de encontrárselo y lo logró. Es además sobre un filósofo del siglo XVII que no tiene un planteo académico pero no deja de ser una lectura que presenta cierta exigencia. Son apuntes tomados durante varios años mientras hacía mi trabajo académico porque Spinoza es mi objeto de estudio en el Conicet y en la universidad. Me fui encontrando con menciones muy rapsódicas de parte de escritores y las fui fichando y marcando en un cuaderno de apuntes. Entre el año pasado y éste le di una forma con la idea de estabilizar un conjunto de informaciones que son inverificables, que pueden ser la página de un libro o una anécdota que está en algún documento y sobre esa base construí una conjetura. Por eso digo que tiene una pata en la historia y una pata en la literatura. Me gusta trabajar en la contaminación de géneros. Surgió así: tratando de pescar un núcleo, captar una perla, que puede ser una carta, un poema o una mención, para abrirla, desarrollarla.

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T: En el prólogo decís que su filosofía es una sabiduría de la pérdida, ¿qué implica eso?
DT: La filosofía de Spinoza está en el centro del pensamiento político hace por lo menos 50 años, en el campo de la izquierda política, pero también hubo una apropiación de Spinoza como una filosofía de la alegría, de la felicidad que me parece ideológica en el mal sentido de la palabra porque se la presenta como una filosofía de autoayuda, para empresarios. Me parece que esa filosofía de la alegría que está en Spinoza nace biográficamente y conceptualmente de un registro de la pérdida, del dolor que está en el centro de la vida humana. Viene de un pueblo perseguido como el pueblo judío, tuvo que escapar de la inquisición, nació en Holanda (actual Países Bajos) y a su vez fue expulsado de la sinagoga cuando tenía 20 años, no había escrito nada aún, es un misterio porqué se lo excomulga, aunque hay distintas teorías. Pero en el siglo XVII la principal pertenencia que podía tener una persona era la religión entonces la excomulgación se parecía mucho al fin del mundo. Por el acta misma su familia y amigos no le podían dirigir la palabra, así que se va de la ciudad y organiza su vida como puede. Hay un mito de Spinoza solitario y creo que no, que estaba inserto en un sistema de vínculos políticos y científicos muy intensos. Hace su vida a partir de la pérdida de su pertenencia, de su ámbito primero. Por eso digo que el spinozismo provee una filosofía de la pérdida y es tan importante en momentos de adversidad histórica o personal.

T: Hay un encadenamiento de textos de autoras que entablan distintos vínculos con su obra, como Virginia Woolf y Mary Anne Evans. ¿Cómo lo pensaste?
DT: Evans, que firmaba como Eliot, con nombre de varón, fue quien hizo la primera traducción de «La ética», cosa que va a aparecer mucho después porque queda sin publicar un siglo. Es además una de las escritoras preferidas de Woolf que también es lectora de Spinoza y tiene una historia con su filosofía. Además son inglesas. Son encadenamientos literarios a partir de detalles que van permitiendo trazar una cartografía intelectual.

«Es muy curioso que para un filósofo su último libro haya sido sobre una gramática de una lengua muerta»

Diego Tatian

T: Otra escritora en ese encadenamiento es Elsa Morante que se vincula con Spinoza en un momento de gran pérdida.
DT: Tuvo una vida bastante trágica, fue pareja de Alberto Moravia, un escritor importante del siglo XX en Italia, pero no se entendían. Tiene una novela que se llama «La Storia» que es de inspiración spinozista. A su vez, lo menciona en un libro de relatos. En general hay una base spinozista muy sensible por parte de Morante y es lo que trato de tomar en ese relato.

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T: Entre las conjeturas está la que planteás acerca de su muerte…
DT: Es un invento de Thomas De Quincey que en «Del asesinato considerado como una de las formas de las bellas artes» conjetura, a partir de una de las biografías antiguas de Spinoza, que puesto que el médico estaba con él en el momento de la muerte y después faltaba una moneda de su mesa de luz, lo había matado para robarle la moneda. Pero historiográficamente no hay ninguna certeza. Era tísico, pulía lentes y vivía de eso, por motivos científicos y económicos, estaba afuera todo y de algo tenía que vivir. Pulía lentes para telescopios y para microscopios. Lo cierto es que ese polvo de vidrio que inhaló durante años es lo que destruyó sus pulmones y probablemente se murió de eso, de muerte natural.

T: En sus últimos años se vuelca a una gramática. Analizás esa apuesta como una práctica de amistad. ¿Por qué?
DT: Aprendió el hebreo porque se educó en la sinagoga, venía del judaísmo sefardita pero su lengua materna era el español y el portugués. El hebreo lo aprende muy bien en la escuela, era muy buen estudiante de los textos sagrados. Es muy curioso que para un filósofo su último libro haya sido sobre una gramática de una lengua muerta. Pienso que puede tener que ver con que elabora en «Tratado teológico-político» una manera de leer que sienta las bases de cómo nosotros estudiamos. Plantea que para comprender un texto hay que saber la lengua en la que fue escrito y una de ellas es el hebreo. Me gusta conjeturar que ese libro fue una especie de acto de amor hacia sus amigos que eran cartesianos estudiosos de la biblia y era una lengua que da la impresión de que fue dispersa, diezmada. De alguna manera dice «estudien el hebreo si quieren estudiar adecuadamente la biblia». Es un invento porque que muriéndose escriba una gramática de una lengua muerta es sugestivo pero difícil de precisar.

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T: En un contexto como el actual, ¿qué creés que aporta la lectura de Spinoza?
DT: Tiene mucha actualidad, hay en él un arte de concebir la vida plena que tiene que ver con asumir el propio poder de pensar y hacer cosas que sale de toda queja, lamento y moralismo para suspender un sistema de juicio, aprender a vivir y componerse para construir comunidades más intensas, más vivibles. Su legado más actual y presente es que es prácticamente quizás el único filosofo, tal vez con Rousseau -pero es posterior- que es amigo de la democracia. Su filosofía política es una filosofía de la democracia. La filosofía siempre desconfió de la democracia como un despotismo de las mayorías. en cambio él da claves filosóficas para pensarla. Lo hace en un sentido muy diferente a este momento democrático, en el que hay una especie de agotamiento, burocratización, desencantamiento de la forma de vida democrática y es ahí donde es siempre una cantera de inspiración, de ideas que permiten revitalizar o resignificar esa palabra tan disputada.

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