Ya hay más de 550 mil hectáreas bajo fuego. La falta de prevención, el perfil productivo de la provincia, los cruces con Nación, se suman a sequías y calores históricos. Las llamas están entrando a los Esteros del Iberá.

La provincia de Corrientes atraviesa actualmente un escenario crítico, en el cual el fuego no solo está dejando a cada paso pérdidas millonarias sino que arrasó con el trabajo de cientos de productores, años de investigación, humedales únicos y numerosos ejemplares de flora y fauna autóctona. Ya son cerca de 550 mil las hectáreas afectadas, y con el paso de las horas el número se incrementa.

El último estado de situación de la gobernación marcaba, al menos, once puntos de fuego de consideración (que requirieron asistencia nacional y provincial) distribuidos en todo el territorio, sin contar focos ígneos de mediana y baja intensidad. Por estas horas Ituzaingó, ubicada a 228 kilómetros de la capital correntina, sede de la Represa Hidroeléctrica de Yacyretá-Apipé y una de las principales localidades dedicadas a la industria forestal es, junto a Villa Olivari (un poblado pegado a esta ciudad), el epicentro de la lucha contra el fuego.

Hasta la semana pasada, el último informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) señalaba que el área afectada por los incendios ocupaba un total de 519 mil hectáreas. Este número se vio sobrepasado, y ya se contabilizan 550 mil hectáreas a partir del relevamiento realizado en las últimas jornadas por la Sociedad Rural de Mercedes. Las pérdidas pasan de cientos a miles en cuestión de horas. “Se están quemando unas 5000 hectáreas de una empresa forestal y el fuego está a sólo mil metros del Parque Industrial de Ituzaingó y del Hotel Howard Johnson”, informaron los voluntarios en medio del combate.

La demanda de personal y equipamiento es tan alta que se puede ejemplificar con ese caso: brigadistas forestales del Sistema Nacional del Manejo del Fuego, más de 100 autobombas, tres aviones hidrantes, un helicóptero y alrededor de 3800 agentes entre bomberos, policías, efectivos del Ejército Argentino, Defensa Civil y voluntarios fueron requeridos para controlar solamente ese siniestro cercano al Parque Industrial Ituzaingó, que provocó que el hotel deba ser desalojado refugiando a 35 huéspedes que se vieron rodeados por las llamas. Las llamas se extendieron velozmente debido al calor y la gran sequía, pero en la provincia los fuegos no fueron solo causa del clima.

En medio de la desesperación y el intento por sofocar las llamas, uno de los aviones hidrantes se incendió, debido a un desperfecto mecánico que surgió mientras era abastecido con agua. No pudo despegar. “Gracias a Dios no cayó el avión hidrante. Al llegar a la cabecera, el piloto se retira y el avión hizo un cortocircuito y se prendió fuego”, especificó Eulogio Márquez, jefe de Defensa Civil de la Provincia.

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No es el primer desperfecto en aviones. Hace apenas un mes, el 17 de enero, otro avión sufrió un siniestro, que en ese caso sí provocó su caída. Aún se recuerda lo sucedido hace un par de años atrás, cuando las localidades de Santa Rosa, Tabay y San Miguel esperaron tres días la llegada de un avión desde Virasoro. No pudo salir de la pista. Por falta de mantenimiento quedó fuera servicio, y el otro posible reemplazo presentó también serias fallas mecánicas. Corrientes es una provincia con características ígneas claras, por su clima y su tipología, pero no está planificada para afrontar esa emergencia.

Sin respuesta

El relevamiento realizado por la Sociedad Rural de Mercedes sostiene que “en función del valor de la tonelada de madera (500.000 pesos) por la cantidad de hectáreas perdidas (10.000 hectáreas) son 5.000 millones de pesos que no llegarán a los productores”.

“Es el peor escenario que vi en mis 25 años de trabajo en Corrientes”, se lamenta desde la ciudad de Santa Rosa, a 170 kilómetros de Capital, el ingeniero forestal Luis Ramón Finke, especializado en cultivos subtropicales y manejo del fuego en siniestros de gran magnitud. Allí se perdieron mil hectáreas, de las cuales 500 son bosques implantados y 500 bañados.

“Es muy complicada la situación de los cuarteles: no hay recursos y no tenemos respuesta de la Provincia, lo que nos genera mucha angustia. Dejamos muchas cosas personales y les ponemos el corazón, y que la Provincia no nos dé una mano ya que salvaguardamos intereses del Estado, nos duele mucho”, expresó el jefe de bomberos de la misma localidad.

Ignacio Méndez productor forestal con establecimientos en Loreto, Saladas y Bella Vista y referente del Consorcio del Manejo del Fuego en zona central norte, una organización civil conformada por empresarios forestales, sostuvo: “La clave de esto es el tema estructura, si tenés maquinaria y gente capacitada es más fácil, pero no tenemos. Si el clima sigue así esto nos va a agarrar a todos”.

“Nosotros estamos tratando de reunirnos a ver cómo vamos a avanzar. Esa es una situación extrema para todos, nunca pasó una seca por tanto tiempo y tan pronunciada, afecta a todos: forestales, hortícolas y ganaderos. Hace 60 días que no trabajamos porque toda la gente está con guardia activa por los incendios, invirtiendo nuestros recursos y dinero. Es lo que tenemos que hacer porque no nos queda otra”, agregó.

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Desastre ambiental

Durante el fin de semana la Fundación Rewilding anunció a través de sus redes sociales, que “debido a los incendios cercanos”, permanecerán cerrados hasta nuevo aviso los portales Carambola (Concepción del Yaguareté Corá), San Nicolás (San Miguel) y Cambyretá (Ituzaingó) del Parque Iberá.

Los Esteros cuentan con fauna y flora autóctona propia de la región del NEA, numerosos ejemplares no pueden encontrarse en otras partes del mundo como el yaguareté, por lo que el avance del fuego implica un desgaste y desbalance en el ecosistema de difícil reestructuración a corto plazo.

Esta no es la primera vez que Corrientes presenta pérdidas cuantiosas debido a siniestros de esta índole. Ya entre agosto y octubre del 2020, más del 90% de la Estación Biológica Corrientes del Parque Provincial San Cayetano se perdió debido a una seguidilla de incendios similar a la actual. Las consecuencias se traducen en números de todo tipo: un 30% de la población de monos carayá que estaban siendo estudiados hacía ya diez años, murieron calcinados.

Y entonces, el Estado

Hasta el 2.019 Corrientes aún se encontraba incluida dentro del Plan Nacional del Manejo del Fuego, Sistema Nacional del Manejo del Fuego o Sistema Federal del Manejo del Fuego, según sus denominaciones. Este es el organismo nacional argentino encargado de la coordinación de los recursos requeridos para el combate de incendios forestales, rurales o de interfase, dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación.

La provincia actualmente, se encuentra en condiciones de solicitar asistencia de Nivel 3 (cuando la magnitud del incendio supera el apoyo regional, se pide ayuda a la Central Nacional para afectar recursos de otras regiones). De hecho, el 25 de enero, el Estado provincial pidió “el envío de 4 aviones hidrantes y un vigía” para operar desde Esquina, Concepción, Yapeyú e Ituzaingó. Además, se elevó una nota al ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, reiterando lo ya solicitado y reclamando una respuesta definitiva, la cual llegó la segunda semana de febrero con un envío de brigadistas desde Córdoba, Mendoza, Jujuy y Santiago del Estero. El gobernador, Gustavo Valdés, del radicalismo y muy cercano al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, ya había denunciado antes recortes de la coparticipación del Presupuesto Nacional. Pero, ¿es culpa íntegra, total y absoluta de Nación que la provincia de Corrientes se encuentre en estado de desidia?

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En Corrientes está vigente la Ley Provincial 5974 de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos, que establece el marco normativo para el manejo, la conservación y restauración de los bosques nativos. En su artículo 16, categoría 1, inciso b, fija que “podrá autorizarse la realización de obras públicas, de interés público o de infraestructura tales como: la construcción de vías de transporte, la instalación de líneas de comunicación, de energía eléctrica, de ductos, de infraestructura de prevención y control de incendios o la realización de fajas cortafuego”. Es decir, es obligación del Estado provincial contar con un plan de previsión ante siniestros.

Otro punto para tener en cuenta es que, mientras la mayor superficie de área afectada por el fuego (58%) corresponde a áreas de humedales, la provincia continúa rechazando la Ley de Humedales, que volvió a perder estado parlamentario. En Corrientes tampoco se cuenta con un plan concreto de acción basado en políticas públicas ambientales. Al mismo tiempo, la provincia se caracteriza por ser un polo industrial con una gran inversión en materia de forestoindustria (es la única en Argentina que posee un parque industrial exclusivo para actividad forestal), pero los incendios se repiten año a año y la vegetación usada en estas producciones son de las más ígneas. Es el caso del pino. Ante el inicio de los primeros calores (y esta temporada fue de las más calurosas de la historia), no hubo propuestas de limpieza o regulación de la actividad.

De hecho, el mencionado Consorcio del Manejo del Fuego no forma parte de la política de Estado de Corrientes, sino que es una asociación civil que, con el paso del tiempo, comenzó a trabajar de forma articulada con la Provincia. Sus miembros son empresas foresto industriales, productores agrícolas, y agroindustriales (de yerba, té y derivados).

El 22 de enero Corrientes anunció una inversión por 40 millones para asistencia a los bomberos voluntarios. Finalmente fueron 34 millones a abonar en dos cuotas para 47 asociaciones. Y ese dinero se dirigió, en palabras del ministro general de Coordinación y Planificación de Corrientes, Miguel Olivieri, a “bienes consumibles, hasta los alimentos que comen cuando combaten los incendios”.

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