Así como sucedió hace apenas una semana, los trabajadores del hospital Alejandro Korn de Melchor Romero volvieron a bloquear la entrada del establecimiento en 520 y 175, en reclamo de mejoras laborales y de salubridad. Los empleados apuntan contra la dirección. Sólo permiten el ingreso de las emergencias.

Entre la extensa lista de reclamos que los trabajadores les hicieron llegar a las autoridades, existen solicitudes vinculadas a cuestiones que tienen que ver con el mal estado de la comida, la falta de calefacción, las salas abandonadas y sucias y el régimen de horarios en los acompañantes terapéuticos.

Lo que plantean concretamente es que hubo usuarios mordidos por ratas -no hay plan de desratización ni control de roedores, con lo cual se transforma en una zona con riesgo de hantavirus-; que hay alimentos en mal estado, de baja calidad y escasas raciones; que las salas en donde se alojan usuarios tienen faltantes de vidrios, sin calefacción, no hay ropa de cama y abrigo; y que hay salas abandonadas para su autodestrucción fomentando el saqueo, abandono y un desmesurado foco de contaminación que «atenta contra la salud de los usuarios que circulan por el predio».

Además, las casas de externación no garantizan que los usuarios reciban sus tratamientos médicos, alternativos o complementarios óptimos y a esta situación se le suma la falta de gas y la baja calidad y en ocasiones hasta falta de alimentos para los usuarios.

Los trabajadores plantean además «la mala organización del personal que debiera conformar equipos interdisciplinarios en las casas de externación hacen que los usuarios en algunas oportunidades queden sin atención ya que todo el personal es convocado a ‘reuniones de capacitación sobre salud mental y adicciones en instalaciones que ciertas personas interpretan como acciones cohesivas’ sin garantizar la mínima atención». También reclaman por «el régimen horario de los acompañantes terapéuticos sin control alguno y en varias oportunidades las ausencias de estos no garantizan que los usuarios puedan ser motivados en la continuidad de los tratamientos acompañando los cambios emocionales con relación a consigo mismo y promoviendo la resiliencia humana; y otro grave atropello a los derechos del usuario es el manejo de su dinero por parte de los acompañantes terapéuticos, sin rendiciones de cuenta algunas y con destino muy poco claro».

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En la protesta plantean «la escasez de recursos materiales e insumos que aseguren el normal funcionamiento de los servicios como limpieza, cocina, enfermería, cuidadores hospitalarios (no reciben ropa de trabajo y los elementos básicos), el servicio de mantenimiento del hospital debe traer de sus domicilios herramientas de trabajo y en muchas oportunidades pagar de sus bolsillos materiales para llevar adelante algún arreglo imprescindible». «Los enfermeros no cuentan con elementos de protección básicos y el jefe del servicio de enfermería prefiere mirar para otro lado», agregaron.

Y por último, hablan de la inseguridad: «los frecuentes vandalismos, robo, destrozos, pastos largos. Situaciones que el ejecutivo opta por ocultar; falta de luminarias en los predios que hacen que durante la noche la absoluta oscuridad tanto usuarios como personal estén expuestos a ataques delictivos corriendo riesgo su propia integridad física, emocional y hasta la vida; y pacientes externados que deben recurrir a las salas de crónicos para ser medicados porque nadie garantiza sus tratamientos en su ámbito».

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