Cuando era un pibe y todavía no era un jugador profesional, solía estar en las populares del Monumental o trepado del alambrado.

Los años fueron cambiando la vida de Ramón Darío Ábila, más conocido como “Wanchope”. El goleador cordobés de barrio Remedios Escalada vivió este sábado otra noche especial. Es que retornó a Instituto para jugar como rival, en este caso defendiendo la camiseta de Colón de Santa Fe y con miles de amigos y conocidos, adentro y afuera de la cancha.

Todo eso fue transitando en la previa y también ya vestido de jugador del Sabalero cuando salió al Monumental de Alta Córdoba.

Lo que hizo todavía más especial todo fue que sus dos hijos estuvieron en el campo de juego, junto a los niños que suelen acompañar a los equipos según estipula la Liga Profesional en el ingreso a cancha.

Ábila no fue ovacionado pero tampoco especialmente reprobado por la gente cuando su nombre sonó en los altavoces del estadio.

Es como en todo: hay gente que lo quiere y hay quienes sienten cierto desencanto porque aún no volvió al club.

A sus 33 años, el delantero ex Huracán, Boca y Cruzeiro sí saludó de manera efusiva al banco de suplentes de Instituto.

Se abrazó con el entrenador Lucas Bovaglio y también con cada uno de los suplentes de la Gloria.

Luego sí, empezó su partido que obviamente fue más que especial que cualquier otro.

No es la primera vez que enfrenta a Instituto en Alta Córdoba, ya lo había hecho con Huracán, pero las sensaciones siempre serán distintas.

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“Nadie me va a quitar las ganas de jugar en Instituto”, dijo más de una vez.

Este regreso fue con otra camiseta y queda la duda si en algún momento se pondrá la roja y blanca de aquí al final de sus días como jugador.

La puerta siempre estará abierta.

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