Dimorfismo sexual

Los tiranosaurios tenían lo que en biología se denomina dimorfismo sexual, es decir, los machos y las hembras tienen diferencias aparentes, como sucede con el pavo real.

De los quince especímenes de calidad suficiente de Tyrannosaurus descubiertos se han conseguido diferenciar dos formas, una más robusta y otra más grácil. Este es un rasgo independiente de la edad, que además también se encuentra en los dinosaurios modernos —las aves— y en animales estrechamente emparentados con ellos, como los cocodrilos. Y en estos animales, esas diferencias suelen asociarse a ese dimorfismo sexual.

Hay un aspecto, tanto en aves como en cocodrilos, óptimo para poder diferenciar hembras de machos, y es la forma en la que la cadera se acopla a la columna vertebral. Gracias a la observación de este rasgo en los esqueletos de Tyrannosaurus, se pudo identificar con éxito que la forma robusta se corresponde con las hembras, y la forma grácil con los machos.

Este aspecto particular de que la forma robusta corresponda con la hembra y la grácil con el macho podría extrapolarse, probablemente, a todos los dinosaurios terópodos —grupo que, además de Tyrannosaurus, incluye a los conocidos Compsognathus, Velociraptor, Spinosaurus o Giganotosaurus—.

Sin embargo, asumir que este sea un rasgo común a todos los dinosaurios es como mínimo presuntuoso. No solo no hay datos que apoyen tal conclusión, sino que hay observaciones que apuntan en otra dirección. Ornitópodos como Edmontosaurus eran animales de grandes manadas, y su comportamiento podría ser similar al que muestran algunos mamíferos, con un macho dominante y un grupo de hembras formando un harén. En esos casos, lo más plausible es que la forma más robusta coincidiera con el macho.

Mirá También:  HECHOS Y SUCESOS DEL MODERNO CHASCOMUS -- NOTA 76
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