La provincia de San Juan registra los temblores de mayor magnitud de la historia sísmica de la Argentina.

Por caso, en esa porción de la región cuyana se produjo el mayor movimiento telúrico en nuestro país. Tuvo lugar el 27 de octubre de 1894 –en la era preinstrumental– con epicentro en el noreste sanjuanino; dejó un saldo de 56 muertos en San Juan y otros ocho en La Rioja.

Más acá en el tiempo, el 15 de enero de 1944 se anotó en la “tierra del sol” otro sismo de 9 grados en la escala de Mercalli modificada.

Se considera este el evento natural más destructivo en la historia del país; su epicentro se localizó en proximidades de la localidad de La Laja (departamento de Albardón), a unos 20 kilómetros al norte de la capital sanjuanina y a entre 11 y 16 kilómetros de profundidad.

La convulsión subterránea destruyó el 80 por ciento de la ciudad de San Juan y causó unas 9.000 muertes y alrededor de 12 mil heridos.

Después de la tragedia se creó un organismo en la provincia que encaró un plan regulador para la construcción antisísmica, toda vez que casi la totalidad de las viviendas y construcciones de pequeña escala de la época eran de adobe.

También en la cuna folklórica de la cueca cuyana sucedió otra catástrofe el 23 de noviembre de 1977. En rigor, el desastre estuvo causado por dos movimientos tectónicos seguidos, con distintos epicentros. El primero, de magnitud 6,6 grados de Richter, se registró a las 6.26, con epicentro en el cerro Pie de Palo. Unos 30 segundos después, sucedió el otro. Fue de 7,4 grados y se localizó a unos 25 kilómetros del mismo macizo y a una profundidad de 25 kilómetros.

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El saldo luctuoso del evento fue de 65 muertos, más de 300 heridos y 186 millones de dólares en pérdidas.

El 7 de setiembre de 2004, a los 8.53, el Instituto Nacional de Previsión Sísmica (Inpres) observó en Catamarca un terremoto de 6,5 en la escala de Richter, con epicentro en la Sierra de Ambato, a unos 50 kilómetros de la capital provincial. El desplazamiento tectónico se produjo a unos 57 kilómetros de profundidad, causando importantes daños materiales pero, afortunadamente, ninguna víctima humana.

Por esa razón, se bautizó y se recuerda la fecha como “día del milagro”.

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