Algo sorprendente, pues el cielo se encuentra casi por completo libre de nubes. El brillante Sol inunda la Tierra con su luz y sus letales rayos ultravioletas. Por las noches, los meteoritos cruzan, resplandecientes, los cielos, y de vez en cuando alguno cae estrellándose contra el agua y provocando inmensos tsunamis de varios kilómetros de altura.

Más cerca, los acantilados son azotados incesantemente por el batir las olas arrastradas por los fuertes vientos. Tierra adentro, la escena la dominan montículos de lava negra cuya superficie está cubierta de escombros. 

Deja un comentario
Mirá También:  Un abordaje falaz y riesgoso

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *