No podemos ver el agujero negro en sí mismo ya que atrapan todo lo que cae, incluida la luz, por lo que son, en un sentido muy real, invisibles, pero el gas brillante que lo rodea sí que revela una firma reveladora: deforman el espacio-tiempo a su alrededor tan agudamente que, cuando son iluminados por corrientes brillantes de materia que cae triturada en su agarre gravitacional, proyectan una «sombra», esta sombra está rodeada por una estructura brillante similar a un anillo. Sagitario A* está oculto por un velo de varias capas.

«Nos sorprendió lo bien que el tamaño del anillo coincidía con las predicciones de la teoría de la relatividad general de Einstein«, ha comentado Geoffrey Bower, científico del proyecto EHT, del Instituto de Astronomía y Astrofísica, Academia Sínica, Taipei. «Estas observaciones sin precedentes han mejorado en gran medida nuestra comprensión de lo que sucede en el centro de nuestra galaxia y ofrecen nuevos conocimientos sobre cómo estos agujeros negros gigantes interactúan con su entorno».

Los científicos de EHT han descubierto que el agujero negro del centro de la Vía Láctea es muy parecido al agujero negro fotografiado en 2019, el de la galaxia M87, a pesar de que este último, es monstruosamente más grande que el nuestro.

 

¿Por qué se parecen tanto?

«Estos nuevos resultados de EHT son emocionantes porque nos muestran lo lejos que ha llegado la astronomía y también porque confirman que todavía hay mucho por ahí que no hemos visto y aún no hemos podido observar y estudiar», explicó Tony Beasley, Director de NRAO. «Las antenas y la instrumentación que diseñamos y desarrollamos en NRAO están haciendo posible este progreso, y esperamos continuar liderando los avances en radioastronomía que descubrirán agujeros negros y otros fenómenos que acechan en los rincones de la galaxia y el universo».

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Además de otras instalaciones, la red EHT de observatorios de radio que hizo posible esta imagen incluye el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) y el Atacama Pathfinder EXperiment (APEX), situados en el desierto de Atacama, en Chile.

 

El misterio en el corazón de la Vía Láctea finalmente ha sido resuelto.

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